6. Septiembre

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—Lían ¿No piensas levantarte?—

Era Yare entrando a mi habitación en un tono estricto y casi desesperante,  abriendo las persianas para que entrara toda la luz solar a alumbrar la oscura habitación y finalmente yo lograra entender que son casi las dos de la tarde.

—¡Ya voy!— quejé, tapándome el rostro con mi almohada.

—Creo que te estás excediendo...— dijo sentándose al borde de la cama.

—No quiero escuchar sermones ahora...— añadí con voz ronca de tanto dormir y de apenas despertar.

—Bien, entonces baja a desayunar o comer algo, no quieres que tu salud sea otro problema del cuál tengas que preocuparte...— se levantó de la cama resignada a darme consejos y finalmente salió de la habitación -sin cerrar la puerta-.

Los días han transcurrido sin mucho ánimo, casi con desesperanza y deseando encontrar algún motivo por el cual existir. Era inútil, mientras más pasaban los días, menos sentido tenían, y los malos hábitos aumentaban.

Decidí bajar a comer algo de una vez por todas, si mamá se enteraba que mi desayuno se había juntado con la hora de la comida era capaz de renunciar a su empleo y quedarse en casa a vigilar mis horas alimenticias.

—Wow, ya saliste de tu cueva...— bufó María, mi hermana menor al verme en la cocina con un aspecto demacrado y espantoso.

—¿A caso no deberías estar en la escuela?— dije de vuelta mientras calentaba un poco de agua para café.

—Es sábado Lían, hoy no voy a la escuela...— rió irónica.

—Hmm pues deberías...— reí, llevando el café y un plato con tostadas y huevo a la mesa principal.

Finalmente luego de cinco horas pasadas del desayuno me senté a degustar mis alimentos, pero era de esperarse, María y Yare se sentaron a acompañarme... O tal vez... A darme un sermón.

—No vas a escapar...— mencionó Yare poniendo sus brazos sobre la mesa.

—Créeme que no...— contesté resignada.

Desde que papá falleció, mamá trabaja tiempo extra, apenas logro verla, sin embargo, ahora paso tiempo de sobra con mis hermanas -quienes por cierto- se dan cuenta de absolutamente todo lo que pasa en mi vida.

—Lían no queremos darle más preocupaciones a mamá, todo lo que pasa y lo que ha pasado ha sido duro...— explicaba Yare tranquilamente, de pronto la interrumpí.

—¡¿Estás diciendo que soy un problema?!— dije exhaltada.

—Nadie está diciendo eso...— añadió María.

—Lo que trato de decir es que la situación ha difícil para todos, y no la podemos hacer más difícil para mamá, María y yo estamos preocupadas por ti...—

—¿De qué?— reí ironica.

—Vamos Lían no actúes así, tratamos de entender que pasa...— añadía María sujetando mi mano.

Fue inevitable contenerme ese gran nudo en la garganta y el llanto que se aproximaba, a pesar de no querer hablar con alguien en días, tenía muchas ganas de desahogarme de una vez por todas.

—Yo... Yo...— comencé a tartamudear tratando de explicar lo que sentía, las palabras no salían de la manera que estaban plasmadas en mi mente.

—Tranquila...— Yare pasaba una servilleta para que secara las lágrimas y mi nariz.

—Es solo que no encuentro ningún motivo por el cual existir, solo dejo los días pasar tratando de encontrar una motivación, me duele saber que de un tiempo a acá mi vida se ha vuelto una mierda...— las lágrimas, la voz entre cortada y el silencio del comedor eran toda la situación.

Después De Decir HolaWhere stories live. Discover now