Capítulo 19.

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—Llega tarde, señorita Malhore, pero lo suficientemente temprano para responder a la pregunta principal de nuestro debate.

—Lo lamento mucho, señor Field. Le prometo no volverá a pasar. Solo que hoy me levanté tarde.

—Hablábamos de técnicas de persuasión empleadas por los gobiernos y mencioné los sofismas que no es más...

¡Por todas las flores del mundo! Acabo de llegar y cree que voy a entender todo lo que está diciendo.

—¿Qué opina usted, señorita Malhore?

—¿Sobre qué? —respondo perdida.

—Lo que acabo de decir o me saldrá con el discurso poético de aquella ocasión sobre el poder de la imaginación y como esta la lleva a lugares distintos a mi clase —cuestiona, molesto.

—Lo siento, no le escuché.

—Con gusto le repito. Un sofisma es una exposición de argumentos falsos que tiene la finalidad de defender algo y confundir al receptor. Entonces, ¿se podría considerar como un pleonasmo el término sofisma de distracción o no?

Yo que voy a saber. Pienso, sin embargo, me lo reservo.

—¿Si? —contesto más como duda que verdad.

—¿Por qué?

—Porque si con los sofismas se busca confundir a una persona, entonces estaría de más decir que es una distracción, debido a que ya el significado lo trae implícito.

—Correcto. Aquí hay un ejemplo de como una persona logra salvarse de una suspensión de una semana por llegar tarde a mi clase. Siéntese, señorita Malhore y no se le ocurra nuevamente llegar tarde a mi tutoría.

—No entiendo para qué me va a servir esto —murmuro, mientras voy a mi lugar.

—La escuché, señorita. Y me duele que piense de esa manera después de estar al tanto sobre quien es su pareja. Algún día puede usted convertirse en reina y seguramente utilizara los sofismas contra el enemigo. Me lo agradecerá más tarde y cuando llegue ese momento recuerde que solo acepto efectivo.

Cuando tomo sitio, Rose me saluda en un susurro. No hemos vuelto a hablar desde que descubrí que era la amante del rey Silas en el palacio y muy seguramente era con ella con quien estaba ayer en medio de las protestas, las cuales me hicieron volver a casa en la madrugada y en consecuencias hoy no pude a despertarme a tiempo.

—Recuerden que quedan pocos días para entregar su proyecto y quiero algo majestuoso. A quienes les tocó Lacrontte, tienen una increíble oportunidad de hablar con los protestantes y preguntarles que fue lo que los llevó a simpatizar con el enemigo, porque lograr que le den la espalda a su nación no se consigue con palabrerías.

Si el señor Field supiese lo que la corona piensa a hacer, no estaría tan decidido a mostrar apoyo a los Denavritz. Este lugar perderá muchos estudiantes, pues todos buscarán una oportunidad en la educación gratuita y tendrán que cerrar varias aulas.

—El periódico anunció esta mañana un ataque en la frontera con Lacrontte, el cual ocurrió hace dos días y en el que supuestamente salimos victoriosos. Sin embargo, hay una cosa que no entiendo y es el por qué no se nos había dado esta noticia con anterioridad y solo ahora que hay manifestaciones. ¿Será acaso que no salimos tan victoriosos como dice el titular del diario?

—¿Qué intenta decir, señor Field? —Participa alguien.

—Deben saber interpretar —se pasea por la sala, delgado y desgarbado. Los años ya le han comenzado a pesar —. Es obvio que fue ese ataque el que colmo la paciencia de los ciudadanos de Menfisse y por eso vinieron a la capital a manifestarse. Si hubiésemos ganado esta batalla como dicen, ¿habrían venido tan pronto? ¿No estarían felices de ver cuanto armamento y Lacrontters se capturaron?

El perfume del Rey. [Rey 1] YA EN LIBRERÍAS Where stories live. Discover now