Capitulo 4.

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El festival de la ciudad comienza hoy. La perfumería ha estado repleta, mientras Liz y yo ayudamos a nuestros padres en las ventas.

Las calles se han llenado de luces y extravagancias típicas de la festividad, todos se arreglan para disfrutar de esta fiesta cultural y mi amiga Rose no es la excepción.

Después de lo de anoche me he auto castigado y tomé la decisión de no asistir a la festividad.
Aún me parece increíble que nadie haya notado mi aventura y agradezco el hecho de que fuese así, pues en este momento estaría en mi funeral.

En el transcurrir de la tarde, atraviesa las puertas de cristal de la perfumería mi amiga Rose con un vestido púrpura que llega hasta sus talones, cubierto con flores lilas que le adornan la cadera, haciendo juego con el atuendo.
Una coleta alta recoge su cabello, dejando algunos mechones sueltos, los cuales le otorgan ese toque fresco y juvenil a su melena caoba, que combina a la perfección con su piel bronce.

Emocionada avanza, esquivando a toda la clientela y una vez llega al mostrador sonríe enseñando su blanca dentadura.

- ¡Hola, Mily! - Saluda agitando su mano.

- ¡Hola, Rose! - Respondo, regalándole una sonrisa.

- ¿Acaso no estás lista para ir al festival?

Señalo todo el lugar atestado de personas, como respuesta obvia a su pregunta.

- Como ves, hoy es un día ocupado para mí.

—Emily necesitamos ir, hay un desfile de soldados en el que obviamente estará Cedric —se queja —. Y yo como su novia necesito estar ahí para apoyarlo.

—Esta vez no puedo, Rose, mis padres me necesitan. —explico mientras empaco perfumes a una velocidad abismal —. Conoces nuestra situación, así que debemos aprovechar el día para vender todo lo que podamos.

—Solo será un momento pequeño —insiste, dispuesta a no perder —. Le pediré a Cedric la placa de platino de su uniforme y la venderemos en el mercado negro. Seguro nos darán mucho por eso, él dirá que perdió la suya y en la central le darán una nueva. Todos habremos ganado.

—¿Te estas escuchando? —replico desconcertada —. Claro que no vamos a hacer eso. Yo pienso ganarme el dinero con trabajo.

—No seas aburrida. El festival es una vez al año.

Con el rabillo del ojo veo a mi padre acercarse a nosotras y dando un vítor interrumpe la conversación.

—¡Que alegría! Rose vino a ayudarnos.

—Claro que no, señor Malhore. —replica ella —. Vine a sacar a su hija de aquí.

—Lo siento pero necesito a Emily toda la tarde.

—Usted siempre ha sido un padre maravilloso —comienza a adularlo —. Sabe que ella debe aprovechar su juventud en un espacio recreativo como el festival del reino. Además, yo le pagaré sus horas de trabajo.

—¿Y cómo piensas hacer eso?

—Tengo mis métodos, señor Malhore. Soy una mujer de negocios y si me da esta tarde, llegaré a su casa con mucho dinero después de vender unas placas que con esfuerzo conseguiré.

—No te metas en líos, Rose Alfort —pide al conocerla —. Si van a salir deben evitar los problemas.

—¿Eso quiere decir que podemos marcharnos?

—Regresen temprano a casa —advierte señalándome —. Confío en ti, Emily. Y lleven a Liz con ustedes para ver si así conoce a alguien y desiste de la idea tonta de casarse.

El perfume del Rey. [Rey 1] YA EN LIBRERÍAS Where stories live. Discover now