V. FÜNF

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FREY

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FREY

—Bienvenidos, bienvenidos. Tomen asiento, por favor.

El entusiasmo de Beal Prey, el fundador y director de P.R.E.Y, se expandía por todo el salón de reuniones de la institución. Alrededor de veinte pacientes comenzaron a buscar un lugar en las sillas que estaban organizadas en filas de cuatro cada una, paralelas y en orden. Frey vio que Maren y Rai estaban juntos al frente, así que escogió la última fila, donde no había nadie.

La intensidad de los bombillos había sido disminuida, dejando una iluminación suave y cálida. Eso le extrañó a Frey, siempre lo hacían, era como si intentaran proyectar un ambiente tranquilo y seguro. Silencioso, él observó a Beal Prey mientras este caminaba de un lado al otro, esperando que todos estuvieran sentados. A simple vista, el señor Prey lucía más como un hombre de negocios, de esos que se pasaba la vida en una oficina, con sus trajes de diseñador y corte de cabello estilizado y perfecto. Le recordaba un poco a su padre Valter quien tenía un estilo parecido.

La sala se llenó, y la fila de Frey se mantuvo vacía por unos segundos hasta que alguien con una sudadera azul con capucha encima del uniforme se le sentó al lado. Él ojeó a la persona, y en su mano vio el pequeño tatuaje de una araña diminuta en el dedo del medio, detalle que delató a su acompañante: Balkan. La voz de Frey fue firme, pero un susurro:

—Las sudaderas no están permitidas. —Le recordó a Balkan, porque si en algo era bueno el chico de ojos azules era en recordar las reglas—. No deberías llevar una.

Balkan no lo miró, no dijo nada y esto confundió a Frey porque este chico solía hablar sin parar. Y en ese momento se escondía en esa capucha y no pronunciaba palabra.

Frey puso la mano sobre el hombro de Balkan y le giró ligeramente. El chico finalmente lo miró y Frey notó los morados en los ojos y los cortes en los labios. También un vendaje cuadrado que le cubría parte de la mejilla izquierda. Le habían dado una golpiza, no era la primera vez que lo veía golpeado, sin embargo, jamás lo había visto tan mal. Frey quiso preguntarle si estaba bien, quiso saber quién le había hecho eso y por la expresión de Balkan, él también quería escuchar esas preguntas. Aún así, Frey bajó la mano y volvió la vista al frente. No debía involucrarse en asuntos que no le correspondían.

Su mirada cayó sobre Rai y Maren, quienes estaban riéndose juntos y charlando de manera elocuente y amena. Parecían llevarse muy bien, pero ¿de verdad era así? Él más que nadie sabía que la falsedad podía reinar en cualquier lado y en las personas que menos esperabas. Frey giró su mano en su regazó y observó la palma, ahí estaba esa cicatriz que le recordaba a ella, a la chica de la sonrisa rota.

Su recuerdo aún le atormentaba con una intensidad que lo dejaba en humor oscuro y decaído por horas. Muchas veces se preguntaba si podría olvidarla, si lo que vivió con ella dejaría de torturarlo o si ese sería el precio que pagaría por lo que le hizo. Quizás se merecía vivir con eso por el resto de su vida.

Frey (Darks #2)Where stories live. Discover now