VI. SECHS

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MAREN

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MAREN.

—Conoces las reglas, nada de contacto físico, tienes veinte minutos. —Le recordó Neal, su enfermero.

Maren aún no entendía porque él perdía su aliento explicándole las reglas una y otra vez. Hasta la persona más tonta ya se las sabría de memoria a este punto. En especial a alguien que tuviera una sombra como Neal. Nadie era más intenso que él.

El salón de visitas estaba vacío, cosa que tampoco le sorprendía, nadie quería venir a este lugar deprimente. Los muebles y cuadros elegantes no eran suficiente para ocultar la decadencia y frialdad que se sentía en P.R.E.Y. Además, no era el lugar más accesible del mundo. Para llegar, pasabas horas en la carretera a través de montañas heladas y peligrosas.

Así que, Maren apreciaba cada vez que ella venía a verla.

Las cerraduras de la entrada al salón rechinaron mientras abrían la puerta. Maren se puso de pie y arregló su cabello. La figura alta y esbelta cruzó la entrada, llevaba el cabello oscuro recogido en una cola alta que no dejaba escapar ni un solo mechón. Ella venía de camisa pegada a su piel, metida dentro de pantalones altos a la cintura, y con un blazer oscuro que le caía hasta los muslos. De su mano colgaba un pequeño bolso negro que iba a juego con sus botas elegantes.

Sus labios gruesos y pintados de negro formaron una sonrisa al ver a Maren. Ella se sentó al otro lado, cruzando sus piernas, el tacón de sus botas quedando más visible.

—Maren. —La saludó con calma.

—Raella. —Fue la respuesta de la chica, seguida de un suspiro de alivio. Con el pasar del tiempo, Maren temía que ella dejara de visitarla algún día.

—¿Cómo estás? —preguntó, observando a Maren—. ¿Te estás alimentando bien? Estás más delgada que la última vez.

—La comida aquí es asquerosa —dijo Maren con honestidad.

Raella hizo una mueca.

—Puedo imaginarlo, lo siento, quisiera decir que pronto podré sacarte de aquí, pero—

—Es complicado, lo sé.

—Te he extrañado mucho —habló Raella, su tono decayó—. A veces, sueño que no estás aquí, que despertaré y un día, simplemente estarás en casa, preparando esos desayunos poco saludables.

—Pero que igual te devorabas como loca.

Raella sonrió.

—¿Tú cómo estás? —Maren sentía curiosidad genuina sobre su bienestar, un par de días aquí se sentían como una eternidad y frecuentemente imaginaba que Raella vivía toda una vida allá afuera sin ella y que le olvidaba poco a poco.

—Bien, me estoy quedando en el pueblo cercano por ahora. —Hubo una pausa, como si Raella dudara si contarle y Maren esperó—. Visité la casa... está...

Frey (Darks #2)Where stories live. Discover now