XIII. DREIZEHN

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Sacarle información a Jaeda sería mucho más difícil de lo que Frey había imaginado.

Porque ella no cedía como si estuviera entrenada para esto y quizás lo estaba, y no tenían mucho tiempo. Frey debía volver al instituto con Maren antes de que alguien notara su ausencia. El autobús del instituto regresaba a las cinco de la tarde, y ya eran las tres.

El almacén abandonado donde las habían traído carecía de cualquier tipo de calefacción así que si eso reducía esas dos horas que les quedaban por mucho.

—¡Mátenme, malditos locos! —El reto de Jaeda no lo inmutó en lo absoluto. Ella estaba sentada, con las muñecas atadas detrás de la silla.

Heist exhaló y se rascó la parte de atrás de la cabeza con el arma.

—Trae a Maren.

Frey se tensó y Heist lo notó de inmediato, acercándose a su hermano para susurrarle al oído.

—¿Hay algo que no sepa, Frey?

Frey pensó en Raella, en lo mucho que ella quería a Maren y odiaba no querer hacer nada que le afectara, antes de que ella se involucrara, Frey podría haber matado a Maren sin sentir remordimiento, pero ahora que Rae estaba involucrada, le hacía cuestionar todo.

Heist lo observó, esperando una explicación que Frey no le daría porque eso requería contarle a Heist todo lo que había pasado y él no podía, había hecho una promesa.

—Tienes que irte, Heist. —Le recordó Frey de una forma mecánica.

—¿Y dejarte solo en esto? Estás loco.

—Ya deberías estar en un vuelo de regreso —contestó Frey—. Te pedí ayuda para secuestrarlas, de aquí en adelante, lo manejaré yo.

Heist se le quedó viendo y Frey no tuvo que esforzarse para mantener una expresión impenetrable, estaba en su naturaleza.

—Frey.

—El auto te espera afuera. Teníamos un trato, ya cumpliste tu parte. —El rubio sacudió la cabeza, pero Frey continuó—: No volveré a confiar en ti si no te vas ahora mismo.

Era la verdad, Frey sabía sus debilidades y había buscado la ayuda de su hermano porque era lo mejor para la situación, pero si Heist no cumplía lo que prometía, no volvería a involucrarlo en nada porque Frey detestaba las personas que no mantenían su palabra.

Heist se puso el arma entre el cinturón y la parte baja de su espalda y exhaló nuevamente.

—De acuerdo. —Aceptó—. Pero en dos horas, te llamaré y si no me contestas, daré la vuelta y volveré.

—De acuerdo.

Heist se paró frente a él y puso sus manos en la parte superior de los brazos de Frey, apretando con suavidad a modo de despedida.

—Ten cuidado, te veo pronto.

Y le pasó por un lado y se fue. Jaeda se echó a reír, burlándose.

—¿Se supone que tú me sacará sin formación? —Ella arqueó una ceja—. El chico especial Stein.

Especial, esa palabra le trajo recuerdos que prefirió apartar. Jaeda continuó.

—¿Sabes que nunca fuiste una preocupación para Heiner? Tú y Kaia eran los mellizos inservibles que ni siquiera estorbaban en su plan.

—Y aún así, lo encontraron gracias a mí.

Frey (Darks #2)Where stories live. Discover now