#2 - Simplemente Noor.

2 0 0
                                    

"Todos hemos amado a alguien que nos ha hecho odiar el mundo"

Anónimo.

Un chico, el mismo que estaba afuera, ahora se encontraba junto a mí. Era bastante alto, con su cabello rubio desordenado, sus labios gruesos y su nariz perfecta y redonda, lo que más destacaba de él eran sus ojos verdes, que ya antes había mencionado y que estaban fijamente clavados en la pizarra.

—¿Mira algo princesa? — giró su cabeza hacia mi.

Observó mi rostro cuidadosamente, pasó sus ojos por mi frente, mis mejillas y mis labios, los miró unos segundos y luego a mis ojos.

—Eh... no — contesté un poco perpleja.

—Claro — el giró los ojos.

¿Y este quien era?, ¿me acababa de girar los ojos?, pero que...

—Idiota — murmuré por lo bajo.

—¿Has dicho algo? — sonrió irónicamente.

—No.

—Deberías empezar a hacerte responsable de tus actos — miró hacia otra parte aburrido.

Enserio, ¿quién carajos era?, ¿cómo se atrevía a hablarme así?, no conocía nada de mi vida y ¿pensaba que podía opinar?, de eso nada.

—¿Disculpa?

—¿Eres una princesa sorda acaso? — alzó una ceja.

—¿Eres un imbécil de nacimiento acaso? — contesté a la defensiva.

Me dió una sonrisa de lado, y estuvo a punto de decir otra cosa cuando una chica lo calló.

—Ryan, déjala en paz — se cruzó de brazos frente a nuestro asiento.

Era bajita, con pelo rubio largo y los mismos ojos que el cretino.

—Perdona a mi hermano, es un tanto — pensó la palabra adecuada — Estúpido.

¿Hermano?

Respiré profundo, no debía pelearme con nadie en mi primer día.

—Está bien — dije restandole importancia.

—Soy Stella — sonrió estirando su mano.

—Noor — la estreché.

—Lo sé — rió.

—Bueno chicos, empezaremos con la clase asique cada uno a su lugar — habló el profesor.

Stella puso los ojos desafiantes sobre su hermano.

—Deja de molestar — le advirtió señalandolo con un dedo, para luego sonreírme e irse a su asiento.

Suspiré, iba a ser un semestre pesado.

Escuché por dos horas sobre números, letras, números combinados con letras y muchas otras palabras raras más que dejaron a mi cerebro totalmente agotado.

La clase de literatura tampoco fue muy linda, al parecer Ryan había dejado caer unos libros en el suelo y cuando intenté ser amable (algo que no pasa muy seguido) y levantarlos por el, nuestras cabezas chocaron, por un segundo creí que todo estaba bien, nuestras caras estaban cerca y el me miró estático por unos momentos, pero luego solo se alejó apretando los labios.

Dato: no ayudar a este idiota nunca más.

Por fin había tocado el timbre para ir a la cafetería, nunca había estado tan alegre de estar en un lugar lleno de personas.

Seis meses más.Where stories live. Discover now