"Las palabras convencen, el ejemplo arrastra"
Anónimo.
—¿Qué haces? — me miró extrañamente mi padre.
Estaba acostada sobre la gran alfombra esponjosa de la sala, dando respiraciones profundas e intentando relajarme. Me sentía bastante impaciente por la llegada de Clara, quien llegaría en unos pocos minutos. Cerré los ojos para evitar el ruido.
—Espero — le dije.
—Tú amiga va a creer que estás loca — escuché como se alejaba.
—¡No estoy loca! — me sentí verdaderamente ofendida.
Volví a intentar mantener la clama, me estiré, troné mi cuello e inale profundamente.
Oí como alguien se acercaba lentamente.
—¿Qué estás haciendo? — abrí uno de mis ojos. Clara me observó fijamente con el seño fruncido.
—Nada, nada — me paré rápidamente.
—No eres muy normal — acomodó la mochila gigante que traía en su hombro.
—Como si tu si — la tomé de la mano guiandola hacia las escaleras y luego a mi habitación.
Tiró todas sus cosas sobre la cama y me dió una gran y malvada sonrisa de oreja a oreja.
—Hay, si, ya, empecemos — me crucé de brazos.
Me había mostrado infinidades de vestidos de todos los colores: rosas, verdes, rojos, violetas; cortos, largos, nada me convencía.
Rechacé cada uno de ellos. Clara ya se veía bastante cansada de mí.—Es que ninguno me gusta — le hice una mueca.
—Eres complicada — se llevó las manos a la cara.
—Claro que no.
"Si lo eres, pero solo un poco"
Parecía querer redirse, pero luego de tanto pensar su cara se iluminó.
—¡Ya sé! — dió saltitos a su alrededor.
—¿Qué? — la miré sospechosa.
—Acompáñame — me jaló hacia a fuera.
Ella había venido desde pequeña, por lo que conocía cada parte del tedioso castillo.
Subimos hasta una de las torres y me quedé en frente de una gran puerta de madera. Clara sacó una llave de su bolsillo y la colocó en la cerradura.—¿Cómo es que...?
—Tú padre me la dió para emergencias y esta lo es — me sonrió.
El "click" de la puerta se escuchó fuerte y claro y ambas pasamos.
Era grande, bastante de hecho, con pisos de madera y candelabros en el techo, pinturas en las paredes y una gran mesa con sillones, pero lo que más llamaba la atención era la cantidad de vestidos puestos en los maniquíes.
—Jamás había estado aquí — le dije mirando hacia todas partes.
—Normal, nunca fuiste una niña con mucha curiosidad — me guiñó el ojo.
Pasé la mano por las delicadas telas, observando como se deslizaban a través de mis dedos.
—Escoge.
Indagé entre todos hasta que uno llamó mi atención. Era negro y grande, al "estilo princesa", con mangas transparentes y escote en v con pedrería.
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Seis meses más.
रोमांस¿Alguna vez te has sentido insuficiente?, ¿incapaz de lograr algo?, ¿has llorado por incontables minutos hasta al punto de querer desaparecer?, yo si. Luego de tantos años, era tiempo de una nueva reina para Evalor, una que no quería serlo, pero que...