Cap 60. 🌜

403 23 1
                                    

Mateo.

Tome suavemente su mano delicada y suave, sintiendo una corriente eléctrica pasar por mi cuerpo, al sentir su toque.

—¿En dónde estamos Mateo.?— pregunto aún con su suave voz confundida

Su seño estaba levemente fruncido, mirando a su alrededor intentando descifrar a dónde la había llevado

Ya había venido un par de veces a este lugar, ya que mi abuelo antes solía vivir aquí, después de su fallecimiento se la heredó a Pedro.

No era algo de otro mundo, era una simple casa de chapa humilde, un poco a las afueras de la capital, con un gran campo fértil, lleno de todo tipo de insectos, con la entrada directa a un bosque profundo y obscuro.

Pero como era de esperarse, en cuanto Pedro se volvió un magnate y nos mudamos a Palermo, le chupo tres huevos este lugar y ahora está abandonado.

Era mi lugar favorito del mundo.
Un lugar que me daba tanta paz...

Cuando era niño amaba venir aqui, podía pasar horas escarbando agujeros para encontrar hormigas, dando vueltas por el pasto, recostado en este mismo.

Mi abuela solía hacerme un rico guiso después de pasar todo el día jugando, y como postre me daba galletas horneadas por ella misma.

Y cuando anochecía podía pasar toda esta escuchando las viejas historias de mi abuelo sobre como conoció a mi abuela, recordando lo que hacía en su niñez y adolescencia.

Con orgullo y sinceridad podría decir que esa fue la mejor época de mi vida.

Cuando no todo era una mierda, y cuando no me interesaba en lo más mínimo el quedar bien ante una sociedad de mierda interesada solamente en la plata.

—En casa...— sonreí contagiando por la nostalgia de mis recuerdos, respondiendo por inercia

—¿En casa.?— pregunto extrañada la morocha a mi lado rápidamente

—No...— gire a mirarla apenado —Es decir, era la casa de mi abuelo.— explique rascando mi nuca

—¿Enserio.?— consulto, a lo que asenti —Es muy bonita...— asintió encogiendose de hombros

—No mientas..— negué al ver su expresión

Gire nuevamente mi cabeza mirando a mi alrededor, examinando cada centímetro del lugar.

Es decir ya no estaba como lo recordaba, claramente.

La última vez que vine fue a mis 18 después de haber tenido ese altercado con el narcotráfico y esas boludeces.

En ese momento solo quería tener paz, y apenas si habían pasado un año y medio de la muerte de mi abuelo, así que no estaba tan descuidada como ahora.

La casa era de chapa, sus paredes parecían sucias y con crecimiento de musgo a su alrededor.

Las puertas ventanas y bancas de madera que se encontraban fuera de la casa, muy estaban deterioradas.

Aún podía recordar el rico olor de la torta recién horneada de mi abue, saliendo de la casa para poder comerla en la banca de picnic de afuera.

Hecha especialmente para consolarme después de que me lastimaba explorando en el campo.

—Jaja no miento Mateo.— rio negando —De verdad es linda... Un poco descuidada claro, pero el paisaje es hermoso.—

—No siempre estubo así.— afirme con nostalgia

Cᴏɴᴛɪɢᴏ / Tʀᴜᴇɴᴏ 🌜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora