Durante el transcurso del Año 2010, una espantosa Epidemia azotó en el mundo. Seres retorcidos, hambrientos de sangre y carne llenaron las calles.
Los pocos sobrevivientes, luchaban por mantenerse al margen de sus fauces; entre ellos, una enfermiza...
—Serían: $8,50, por favor.—Tarareo Debra, mostrandole una gentil sonrisa al chico frente a ella.
Sentí un ligero cosquilleo invadir mis mejillas y hormiguear en mis manos.
Era tan bonita.
》Desearía ser, si quiera la mitad de lo que ella hace sin esfuerzos《 Pensé, admirando sus pestañas curvadas.
La delicada sombra azul sobre sus ojos, resaltaba hermosamente el color en ellos.
Y ella ni siquiera parecía notarlo.
Entre las 4 cajeras de la farmacia, Debra se destacaba.
"Un cisne entre los Sapos."
Tenía tan solo 17 años, y ya parecía toda una adulta, postrada sobre la silla alta, frente a su caja registradora.
》Debra... Eres perfecta《 Pensé, absolutamente fascinada por su despreocupada belleza.
Ella podría tomar el mundo entre sus finos dedos y hacerlo pedazos, si es que quería.
—Lexie...—Me llamó, con esa sonrisa suya que decia "hazlo" y tu lo hacías.
—¿Qué pasa?—Me acerqué, fingiendo estúpidamente, que no había estado admirandola como una idiota.
—Ese chico quiere tu número, ¿qué te parece?—Murmuró, con su dulce voz de coquetería, mientras mascaba un chicle de moras.
La idea me hizo sentir que me ruborizaba.
Mire por sobre mi hombro, como una niñata que se asoma bajo la cama.
Él también me estaba mirando.
Mi corazón de pronto, comenzó a latir alocadamente, nunca antes un chico se había interesado en mi.
—¿Quieres qué se lo dé?—Preguntó y el dulce aroma de su aliento, me hizo voltear hacia ella.
—No lo sé...—Mentí.
Estaba ansiosa, quería abandonar la estúpida banca de "Las ligas menores" de una vez por todas, tanto asi,que incluso si me lo pedía el conserje del colegio, yo hubiese aceptado.
