ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 15. "𝚂𝚘𝚕𝚘 𝚙𝚛𝚘𝚋𝚕𝚎𝚖𝚊𝚜"

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DIA DEL INCIDENTE.
Martes, 8 de Junio, 01:12 p.m.
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4 HORAS DESPUÉS

Me coloque en la silla más apartada a la ventana, en silencio.

No tenia realmente nada que decir, nada útil,  por lo menos.

El murmullo de la brasa siendo avivada por el constante abanicar de la toalla en sus manos, llamo mi atención.

Me levante, después de reflexionar un momento, si sería más de ayuda que un estorbo para su tarea.

—¿Necesitas ayuda?—Murmure, intentando no turbarla.

No deseaba molestarle, después de que hubiese pasado por todas aquellas emociones.

Debra se volvió hacia mi.

Había algo indescriptible en su expresión.

"Algo muerto."

—Ya casi termino.—Señaló, con desánimo.

Mire el bulto sanguinolento bajo las sabanas.

La mano de mamá asomaba entre las telas, y verla, me hizo revolver el estómago una vez más.

Se había ido, y era horrible, pero dentro de toda la culpa, la pena y mi "orfandad", me sentí... Libre.

Y lamenté terriblemente que eso provocase en mi su ausencia.

Ese monstruo en el que ella se transformaba cuando una botella se posaba en sus labios, había muerto con ella.

》¿Esta mal sentirme feliz de que ya no pueda hacerme daño?《 Reflexione y, temía que "Dios" estuviera ahí, escuchando mis pensamientos.

La amaba, pero le temía, con terrores que una niña no deberia relacionar con su madre.

Muerta, ya no me asustaba mas.

Solo quedaba espacio ahora para mi amor confundido y devastado por su pérdida, y quizá era mejor así.

De Michel no había mucho que decir, a penas y le conocía, un pobre y delgado tipo, que "servía más de mascota que como amante" según la había escuchado decirle, alguna vez.

Me acerque a Debra.

Ella continuaba inmersa en la tarea.

—¿Por qué debemos quemarlos?¿No es pecado?—Pregunte, y percibi que mi voz, se había vuelto también, desmayada y sin vida.

Ella se detuvo un momento.

—El asesinato tambien lo es...—Señaló, hoscamente.

Mis ojos se volvieron hacia las manchas de sangre que habían formado un sendero en la acera.

—Lo sé. —

Me sentí como una idiota, ella ya debía odiarme internamente por todo lo que estaba haciendo por mi, pero no me lo decía.

—Lexie...—Se volvió, mirandome con sus bonitos ojos verdes. —Prométeme que, de ahora en adelante no te alejarás de mí. —

Se acercó mientras lo decía, hasta quedar frente a mi, tomandó mis manos.

Su calidez, contrariada a mi helida piel, me provocó un jadeo.

La mire, y volví a mirarla, sin saber que decir, que fuese lo suficientemente grande, adecuado, para lo que sentía.

La habría seguido hasta el maldito infierno, si me lo pedía y, creo que lo sabía bien.

—Te lo prometo.—

THE LONELY GIRL.|| 𝓓𝓪𝓻𝔂𝓵 𝓓𝓲𝔁𝓸𝓷||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora