ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 11. "𝚂𝚘𝚕𝚘 𝚖𝚊𝚕𝚊𝚜 𝚗𝚘𝚝𝚒𝚌𝚒𝚊𝚜."

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Miércoles, 28 de Octubre, 6:35 p.m.
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—Esta bien... esta bien...—Sollocé histericamente, frotando mis helados brazos.

No había sentido frío igual en toda mi vida, y casi podía percibir como la capa gruesa de sangre sobre mi cara comenzaba a congelarse.

—Mierda, mierda, mierda...—Chille, volviendo a verla sobre la nieve.

Debra, cubierta de sangre, fría y ausente.

Todo lo que la convertía en ella misma se había desvanecido.

Había sido quebrado, desgarrado, arrancado de ella... para siempre.

Tan solo era un cascarón vacío de lo que alguna vez fue "mi amada Deb".

Me eche a su lado, cansada, deseando que la muerte también me engullera en su maldita garganta putrida.

Los brazos me dolían, punzadas horribles que se asemejaban a un montón de agujas adentrándose en mi carne.

Supe entonces que estaba comenzando a entrar en la hipotermia, y lo acepte mudamente, acurrucandome cerca de ella.

Mis brazos rodearon su pecho, abrazándola.

Desee que fuese así, que si alguien nos encontrase a las dos nos viera de este modo, unidas.

La idea pareció grotescamente apropiada para mí.

—Debra... yo siempre te ame... Siempre, desee tanto decirte...—Musite, posando la punta de mi nariz contra su fría mejilla, manchandola de sangre.

—Si hay un Dios... Te Suplicó, llévame con ella, ¡sácame de aquí!—Grite hacia el cielo, desosa de que así fuera, que terminará, pues no tenía nada más.

Y de verdad parecía ser el final de la patética historia de mi vida.

—No puedo, seguir sin ti...—Solloce, abrazándola de nuevo, apretándola contra mi.

Su figura estaba tan helada que me quemaba sujetarla, aferrarme a ella.

Y sin embargo, no podía soltarle.

Le amaba tanto y tan desesperadamente.

—Debra...—Jadee y mis manos empezaban a mostrar entumecimientos.

Creí que esa era la respuesta de un Dios.

Entonces, un alarido escapó del cuerpo al que me aferraba obstinadamente, y su pecho se elevó, como si inhalase todo aquel aire dentro.

Un gruñido terrible, ahogado y gutural.

Como el de un animal, como el de cientos de ellos, entremezclados en un solo aullido.

Me eche hacia atrás, sin dejar de mirarla.

Sus ojos, se giraron enloquecidos hacia todas direcciones, y yo tan solo pude permitirme chillar, como un perro.

El cuerpo de Debra se irguió, dejando caer hacia un lado la cabeza, un hilo negro de sangre y baba cayó, mientras me admiraba.

THE LONELY GIRL.|| 𝓓𝓪𝓻𝔂𝓵 𝓓𝓲𝔁𝓸𝓷||Where stories live. Discover now