parte a

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Turno manto imperial

Que cubres sin despertar

En las noches purpurada

Solo el frío sabe dónde estar

Claror de Luna Con borde de plata

Medalla que tiene la noche

Y que en el día se esconde.

El verdugo temerarioSus rituales prepararon

Taciturno anduvo

Todo el día bajo el sol

Hiedra Desplomada

Que te encuentras acostada

Te cortó de raíz

Para que no sientas nada

Deslizas en los mares

Que agotan la pasión

Poniendo la tierra árida

Y matando toda ilusión

Amor astral

Que estás en la cumbre

Cubre tus alas

Con nieve de las hadas

Gorriones descarriados

Soles nacarados

Veredas incautas

Con melodías de flautas

Desgarran sombras en la pared

Quedando la huella de ayer

Nuestro muro se desplomó

Pero el polvo de los recuerdos no se recogió

Mágicos cristales

Caducos del tiempo

Ganas en el lecho

Que se quedaron en el lecho.

Autora del Poema


Alicia Coromoto Jiménez Saravia

©Alicia Coromoto Jiménez Saravia 2015 

Todos los derechos reservados de este poema pertenecen a su autora.




Sinopsis: Relato de aquellas épocas de los señores del desierto, los juglares cantaban; las pestes arrasaban pueblos y las gentes creían que el juicio final sería al amanecer..

I

Tamara fue rechazada y aborrecida por su madre, apenas nació. Se vieron obligadas a buscar una campesina para amamantarla. Con el paso del tiempo su madre no soportaba verla, estallaba de mal humor si escuchaba aunque fuera su llanto.

Los cálculos y chismes suponían quién podría ser el padre de la bastarda. Los tiempos concordaban. Era casi unánime afirmar que sucedió en los tiempos de la visita del hijo del Emir, cuando vino a cobrar los tributos de libertad. Era un hombre fuerte, atractivo, de recia mirada, quien no tuvo reparos en demostrar el deseo y la cautivante ansiedad que le produjo el conocer la fragilidad y palidez de la joven Justina.



Todos disimulaban en la cena protocolar, donde el barbado emir parecía un águila, embelesado en contemplar la silenciosa y asustada condesa. El anciano conde, molesto y dominando su indignación, con disimulo mandó a guardar la niña. Algunas monedas deben haber rodado, indicando el sitio de la habitación, otras para abrir la puerta. 

CONDESA Tamara Del Calvario del RioWhere stories live. Discover now