CAPÍTULO 6

120 5 0
                                    


Madrid, marzo de 1983

Pov. Violeta

Después de colgar el teléfono, me quedo sentada en el sillón, a oscuras, pensando en todo lo que acaba de ocurrir. Enciendo un cigarro, hace tiempo que dejé de fumar, pero lo encuentro escondido detrás del cojín del sillón, y no puedo evitar la tentación de encenderlo. Al dar la primera calada, vienen a mí muchos recuerdos, todos desagradables. Vienen a mí todas las noches aquí sentada, esperando cualquier noticia de Nuria, sin saber si estaría en comisaría, tirada en cualquier lugar de mala muerte, o simplemente, haciendo memoria para saber dónde vivía.

Vienen a mí, sobre todos, los primeros desengaños. Cuando aún creía que podría hacer algo por ella, y pasaba noches en vela, fumando, sentada en este sillón, pensando algo que pudiera sacarla de esa mierda, cosa que nunca ocurrió. Pero ahora sé, que no por mi culpa, aunque me cuesta mucho dejar de pensarlo en el fondo de mi corazón. Todavía siento que no he sido lo suficientemente buena para ella, y que me he rendido. No puedo evitar tener momentos en los que internamente me castigo a mí misma, por no ser suficiente.

Pero es aquí, y ahora, mientras este cigarro se consume y observo como destruye todo lo que quema a su paso, cuando entiendo todo. Nuria siempre fue el fuego que todo lo consume, yo solo fui su sostén, mientras estaba apagada. En el momento en que prendió, solo pudo destruir todo lo que a su paso encontró, sobre todo, a mí.

Arrugo el cigarro que se acaba de apagar entre mis dedos, mientras, con el paquete entre mis manos, encamino mis pasos hacia la cocina, y dejo caer en la basura el paquete, el último paquete. Yo también soy fuego, pero mi única misión en esta vida es calentar el corazón de todo aquel que esté dispuesto a recibir mi amor, en cualquier tipo de versión.

Cuando por fin mi cuerpo descansa en la cama, después de este día tan intenso, apenas tardo cinco minutos en dormir. Y por primera vez, después de mucho tiempo, al pensar en Chiara, me entrego a los brazos de Morfeo, con una sonrisa.

Apago el viejo despertador que tengo encima de la mesita de noche, con mucha energía. Apenas habré dormido 5 horas, pero se siente como si hubiese dormido toda la noche de tirón. Por primera vez, después de demasiado tiempo, he dormido tranquila y sin preocupaciones. Me regaño a mi misma por pensar eso, en el fondo aún me siento culpable por la decisión que he tomado, pero no me permito demorarme demasiado en ese pensamiento, pues el recuerdo de lo que tengo que hacer dentro de un rato, me despeja las ideas, llenándome la cabeza de otros totalmente diferentes. ¿Qué me pasa con Chiara? ¿Por qué, aún apenas conociéndola de un día, me siento así con ella? No tengo contestación para ello, pero tampoco es algo que me preocupe, pues me hace sonreír, y al menos a simple vista, parece una buena chica. Los ojos no suelen engañar, y su mirada es la más intensa y limpia que he podido observar en toda mi vida.

Como aún es temprano, enciendo la radio, y me permito subir un poquito el volumen de la música, lo suficiente para que no me llamen la atención, y le doy una vuelta al piso, para que quede bien recogido, No me considero una maniática del orden, pero llevo tanto tiempo viviendo en un completo caos, que solo necesito vivir en orden, aunque mi cabeza ahora mismo sea todo lo contrario.

Ayer volviendo de las compras, pasé por el supermercado, y encargué que trajeran la compra a casa. Otro paso necesario para salir de este caos.

Mientras en la radio suena "El calor de el amor en un bar", mi mente se transporta automáticamente a la noche anterior. Agradezco enormemente la forma en que Chiara me trató anoche, y lo que hizo para que yo pudiera sonreír, después del bajón que tuve en el bar. Pero sobre todo viene a mi mente el recuerdo del baile que compartimos en la pista, cuando ya no quedaba demasiada gente en el bar. Hacía demasiado tiempo que mi cuerpo no experimentaba una sensación de excitación por la cercanía de otra mujer, que no fuese Nuria. Se sintió diferente, no pude evitar la tentación de querer estar más cerca de Kiki, y por qué no decirlo, sentirme deseada, pues, eso es lo que vi en su mirada, deseo. No puedo negar que yo también tuve que transmitir hacia ella esa misma sensación, pero no me arrepiento de ello, en ese momento lo sentí así, y así lo hice ver. No sé qué tiene Chiara, no lo sé, pero lo que si sé es que quiero saberlo.

El HoyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora