CAPÍTULO 11

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Madrid, marzo de 1983

Pov. Chiara

Despierto alterada por el sonido del teléfono, notando como Violeta se incorpora rápidamente para contestar.

-De acuerdo. ¿Dónde estaba? ¿Está bien? – La observo preocupada, incorporándome lentamente sobre la cama, para poder entender mejor lo que está sucediendo.

-"-Está muerta, señorita Violeta. La hemos encontrado en un callejón con sobredosis".

Puedo escuchar perfectamente el momento en el que una parte del corazón de Violeta se rompe a pedazos. El teléfono cae de sus manos, quedando completamente inmóvil sobre sí misma, sin ser capaz de moverse. Inmediatamente reacciono, acercándome lo más rápido que puedo en mi situación, a coger el teléfono y responder al agente, a la par que agarro la mano de Violeta, sin recibir ningún tipo de movimiento por su parte.

-¿Señorita? ¿Sigue ahí? – pregunta con preocupación el policía, al otro lado de la línea.

-Disculpe, señor. Soy Chiara, Chiara Oliver. Violeta se encuentra indispuesta en este momento. Espero sea capaz de disculparla. – Consigo decir intentando mantener la calma, para saber qué más tiene que decirnos.

-Buenas noches, señorita Oliver, disculpe de verdad las horas. Era para informarles de lo que había sucedido, pues esto afectará a su caso y a la denuncia que han puesto a raíz de los hechos acontecidos el domingo por la tarde. Les agradecería que se personaran en comisaría las dos. Sé que usted se encuentra convaleciente, y no les quitaremos mucho tiempo, pero creemos necesario que venga en persona, para finalizar el papeleo y demás trámites. – Dice visiblemente nervioso, su voz suena cansada.

-Descuide, señor. Cuando amanezca nos pasaremos. Por mí no se preocupe, estoy un poco más fuerte. Aguantaré lo necesario. Muchas gracias por avisarnos.

-Gracias a usted. Buenas noches, y disculpe de nuevo.

Después de colgar, vuelvo con cuidado a mi posición, quedando frente a frente con Violeta, que se encuentra en estado de shock. La entiendo tanto, que ahora mismo sé, que nada de lo que le diga le hará reaccionar, por lo que me limito a abrir mis brazos, esperando a que esté preparada para refugiarse en ellos.

Después de unos minutos, en los que solo observo y callo, mientras mantengo mis brazos abiertos, por fin reacciona. Un llanto desgarrador que me rompe el corazón en mil pedazos, llena el espacio de estas cuatro paredes, contagiándome de su dolor que viaja rápidamente hasta el fondo de mi ser.

-Ven aquí mi niña. – Finalmente acepta el abrazo que le brindo. Le aprieto fuerte. Como si un milímetro de distancia entre nosotras fuera suficiente para que se pueda romper del todo, y lentamente tiro de ella para acabar tumbadas completamente, con ella refugiada en mis brazos, y su cabeza en mi pecho. Llora tan fuerte como yo lo hice en su día. Puede que más, o quizá sea porque no es lo mismo ser tú la que lo hace, a ver cómo alguien con quién estás empezando a experimentar cosas que nunca habías sentido, lo sufre. Las dos lloramos desconsoladamente, durante mucho, mucho rato, hasta que final e inevitablemente, el sueño nos atrapa de nuevo.

Pov. Violeta

Los primeros rayos de sol iluminan tenuemente la habitación, impactando directos sobre mis ojos, por lo que los abro poco a poco, acostumbrándome a la luz, mientras empiezo a ser consciente de lo que ha ocurrido hace apenas unas horas. Quiero pensar que ha sido un mal sueño, que ha sido todo una terrible pesadilla, y que todo está bien. Pero cuando observo a Chiara dormida aún, con los ojos hinchados y restos de lágrimas en sus mejillas, la realidad me atrapa irremediablemente, sintiendo como si todo lo que nos sostiene en este momento desapareciera, dejándonos suspendidas en el aire, preparadas para caer al vacío en cualquier momento.

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