EL GORRIÓN Y LA PALOMA

21 1 0
                                    


CAPITULO IV


Corrí al circo bajo la torrencial lluvia y solo me encontré un sitio vacío y con algo restos de vida humana. Mis manos viajaron a mi nuca y presioné mi cabeza desde atrás repitiendo ''No'' una y otra vez. Miré a todos lados pero era aquel lugar, probablemente ya se había marchado. Un grito desgarrador salió desde mi coraje y luego solo silencio. Un silencio tan absoluto que podía sentir cada una de mis reacciones, mi respiración, mis latidos e inclusive el sonido del agua al chocar contra mi pálida piel.

-¡Dios! ¿Estás jugando conmigo? –pregunté al cielo. Estaba tan empapado que hasta mis pelotas se encogieron con el frío del agua sobre la ropa. ¿Qué hacía ahora? Volvía a casa con la cola entre las piernas y suplicando perdón a papá por intentar ser algo que él no quería que fuese.

'' Tal vez no serás el mejor en lo que siempre quisimos para ti, pero prométeme que serás el mejor en lo que tú quieres'' repetí dentro de mi cabeza con el rostro cubiertos de gotitas trasparentes como mi alma. Estaba ahí en medio de la nada lo suficiente mojado como para resfriarme pero con la intención de alcanzar un sueño que no tenía sentido para nadie más que para mí.

Las palabras de mamá resonaron en mi cabeza y entendí que no podía simplemente rendirme al primer percance. Ningún sueño ni por más ridículo que fuese podía ser tan fácil ¿o sí?

Me cobijé bajo el pórtico de alguna casa rearmando mi plan, no tenía ni idea donde iría el circo ni tampoco como llegar y mucho menos como formar parte de uno. Y mientras me inquietaba aún más con preguntas con una respuesta ''no lo sé'' una voz que si sabía a quién pertenecía se escuchó, y aunque al inicio no lo noté porque venía cubierta con una sombrilla su forma de alzar la ceja al mirarme me aclaró la vista.

-¿Connor? –su voz era inconfundible. De alguna manera una pequeña ayuda de Dios para darme el consuelo que necesitaba.

-¿Pensé que te habías perdido? –Le pregunté a Anne. La chica del cabello castaño.

-Me estoy quedando con Giovanni mañana saldremos de la ciudad escapando de todo. ¿Tú que haces? ¿Y por qué estás tan mojado? –Miré al cielo señalando la obviedad de la segunda respuesta.

-Seguí tu consejo y escapé. –Ella abrió los ojos de par en par.

-¿Es una broma?

-No. –parecía incrédula.

-¿Cuándo?

-Esta noche.

-Pero mañana son tus exámenes. ¿No los darás? Te preparaste tanto tiempo para eso. Solo vivías para eso.

-Nunca quise ser doctor, tú lo sabías. Ese era el sueño de papá.

-Pero ¿Qué pasa si no encuentras lo que estabas buscando? –Me encogí de hombros. -Pienso que deberíamos entrar y hablar de esto dentro no creo que se enfade si te quedas por una noche.

-Te lo agradecería mucho.

Giovanni era muy agradable y sin problema alguno me dejó dormir en el sofá de la pequeña casa en la que se hospedaban. Anne me acompañó con una taza de té e intentar armar mi plan.

-¿Entonces que harás? -Bebió un sorbo de su té.

-No puedo volver... es todo lo que sé -suspiré. –Supongo que tendré que idear otra cosa.

-Escuché que hay un circo en un pueblo a unos días de aquí. ¿Tal vez podrías viajar con nosotros mañana e ir ahí? Te daría algo de práctica y tiempo mientras encuentras lo que estás buscando. –Tomó mi mano en un gesto de súplica, parecía factible su idea, estar con ella era agradable por lo que asentí.

ICARUS, ALAS A LA LUNAWhere stories live. Discover now