ÍCARO, ALAS A LA LUNA

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CAPITULO XIV


Estuve pensando en esa carta por un par de días, hasta que mientras me preparaba para dormir o intentaba hacerlo, mamá entró al cuarto como un susurro entre la multitud, se sentó a los pies de mi cama.

-Estoy aterrada Connor. Aterrada, sé que no he sido una buena madre, lo fui en algún momento pero dejé que mi pequeñito dejase de soñar, cuando escapaste esa noche creí que tenía que dejarte ir porque debía saldar mi deuda contigo. Te he recuperado y perdido tantas veces y recién hoy me doy cuenta que nunca te recuperé en verdad.

Y ahora tengo un hijo que está muriendo en vida porque ha perdido lo único que le daba sentido a su vida, o dejarlo ir arriesgándome a lo que significa todo esto. ¿En qué opción mi hijo se queda conmigo? No te quiero perder Connor, es egoísta pero no puedo perder a mi hijo. Pero sé que es decisión no me corresponde a mí. Esta es tu vida y eres tú quien tiene que vivirla.

-Mamá... -susurré cuando la sentí levantarse, mientras yo me sentaba también.

-Te extrañado como no tienes idea. –ella me abrazó y yo lo hice con ella rodeándole con mi brazo sano y el que estaba vendado, ese te extraño era por la madre que alguna vez fue, esta mujer frente a mí era la misma que se quedó en el hospital ese día cuando perdió a mi hermanito.

Y parada en la puerta me dejó correr nuevamente abriendo mis alas por mí, mientras escuchaba a papá gritar mi nombre, ella no lo detuvo esta vez, lo dejó ir por mí tal vez alguna forma de entender lo que eso significaba para mí.

Me detuve en mitad de la acera mirando hacia atrás, papá se detuvo y mamá estaba en el pórtico con una sonrisa justo antes de que yo retomase mi camino. Llegué a la estación de trenes encontrándome con aquel profesor que no dijo nada más que un comentario casual.

-¿Necesitas compañero de aventura? –Le sonreí y él hizo lo mismo justo antes de subirnos al tren.

-¿Necesitas compañero de aventura? –Le sonreí y él hizo lo mismo justo antes de subirnos al tren

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Los tratamientos siguieron su curso, los masajes para recuperar el control total de mi mano y empecé a tratar con drogas para disminuir el dolor de soportar un peso excesivo sobre mi brazo.

Cuando estuve más o menos listo volví al circo, con esa expresión inesperada de todos los artistas que al verme quedaron asombrados porque yo estuviese ahí en una sola pieza.

Román: Connor ¿qué haces aquí?

Connor: Vengo a terminar lo que habíamos iniciado.

Román: ¿Qué hay de inconveniente de tu mano?

Connor: ¿Cuál inconveniente?

Pude ver que no estaban del todo convencidos de mi regreso, había un suplente para la obra que claro, no pretendía dejarme el papel simplemente porque yo había regresado, la obra estaba a un número de finalizar lo que significaba que debía aprenderme la otra mitad completa. Pero viendo su incredibilidad hacia mi salud física decidí probarlo en el trapecio.

ICARUS, ALAS A LA LUNAWhere stories live. Discover now