SUEÑOS DE CERA Y ALAS DE MADERA

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CAPÍTULO XI


El señor Leonardo y yo llegamos a Francia un día martes. Maravillados por la arquitectura, los lienzos, las obras. Recorrimos famosos museos y maravillosos paisajes.

En nuestro camino a la gran capital del país. La torre Eiffel nos recibió con gusto mientras olvidé el circo, al menos por esa noche mientras toma su mano admirando un cielo que se llenaba de estrellas para nosotros dos. Aunque en el fondo de ese inmensurable paisaje estaba aquel circo el cual había perseguido estos últimos años.

-¿Estás bien? –preguntó mientras admirábamos aquel hermoso paisaje.

-Creo que si

-¿Crees?

-Es sólo que no puedo evitar sentirme aterrado. Está frente a mis ojos, jamás había estado tan cerca de alcanzar mi sueño. ¿Cómo no podría aterrarme? Es todo lo que quise alcanzar y ahora está ahí... es, casi un sueño.

-Pero no lo es.

-Lo sé, eso hace que sea escalofriante.

-Esto es tú sueño Connor, o lo tomas ahora o simplemente lo dejas ir. No hay más oportunidades. –Asentí mirando al señor Leonardo que impulsaba a darme el valor de alcanzar mis metas.

Porque para tomar un sueño teniéndolo en frente sólo se necesita valor.

-¿Y qué haré después?

-Un sueño a la vez Connor, uno a la vez    

-Un sueño a la vez Connor, uno a la vez    

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Esa misma noche fuimos a ver aquella función que ofrecía el circo Malevor, Aunque estaba claro que los artistas estaban a niveles asombrosos, el show había dejado de seguir una sola línea argumental y aunque hubieron momentos en dónde fue asombroso, no sentí la misma magia que sentí cuando vi Ícaro todas aquellas veces que la vi.

Tampoco estaba ese artista que me hizo replantear mis sueños entre esos artistas, había algo en ese circo que había perdido la magia que lo caracterizaba. O puede que yo fuese demasiado exigente.

Me presenté en la mañana siguiente acompañando solamente del alba a aquel circo. Majestuoso desde la entrada, inclusive por lo temprano que era aun así la mayoría de los artistas estaban entrenando.

-¿Hola? –fui tembloroso, mientras dos chicas giraban sobre las argollas a varios metros de altura, un par se encargaba de organizar una torre de personas y otros contorsionaban su cuerpo de formas escalofriamente llamativas. Fue uno de esos largos chicos que me vio y en la misma posición contorsionada que estaba me dirigió la palabra.

¿Buscas algo chico?

-Sí, ayer vine a ver la función. Estaba buscando al dueño del circo. ¿dónde puedo encontrarlo?

ICARUS, ALAS A LA LUNAWhere stories live. Discover now