PLUMAS NUEVAS

6 1 0
                                    


CAPITULO XII


Sentí que volaba por los aires en los ensayos y en los números mi cuerpo revivía para agarrarse a los otros trapecios, tomé vida, agarré ese sueño y decidí que no lo soltaría.

El señor Román estaba feliz con mi progreso, y aunque no formaba parte de los espectáculos oficiales era parte de la apertura me bastaba, aún me faltaba mucho. Pero sin ser humilde era lejos el que más sentía cada nota, cada partitura en las venas.

Por su puesto el director del circo no había cambio de parecer sobre no hacer una obra tan demandante como Ícaro, que requería una preparación impresionante para durar todo un número de dos horas casi show, tras show, tras show.

En algún grado, por lo menos ahora podía aceptar aquello, tenía que calmar mis ansias y simplemente ser inteligente.

El señor Leonardo tuvo que volver a York a la semana que yo entré en el circo, nos despedimos abrazados bajo las sabanas deseándome lo mejor. Ninguna sabía realmente cuando nos veríamos y si me conocía bien, sabía que no sabría nada de mí hasta que la función estuviese lista y esa era mi siguiente meta.

Me hice amigos con rapidez, el señor Leonardo decía que aunque yo no lo creía resultaba querible para las personas.

Estábamos terminando un ensayo, mi cuerpo estaba repleto de traspiración sobre los trapecios cuando el señor Román se acercó a gritarme desde el suelo a la plataforma.

-Connor, tienes visita, será mejor que bajes.

Sentí el bullicio fastidiarme, supuse que era Leonardo que de alguna forma había vuelto para estar más tiempo conmigo. Pero fue una grata sorpresa al verla allí, su cabello pelirrojo estaba atado en una coleta dándome la espalda.

-¿Ebba? –pronuncié, cuando aquella hermosa chica volteó no pude evitar correr hacia ella para levantarla entre mis brazos y girarla. -¡Joder! ¿Cuánto tiempo ha pasado?

-Casi dos años. –comentó entre risas.

-Estás tan... sofisticada ¿Qué pasó?

-Hay muchas cosas que conversar.

-muchas en verdad. –la bajé mirando a la chica, con un precioso sombrero y una especie de abrigo.

Entramos a la caravana, estuvimos encerrados bebiendo té platicando por horas, había mucho que platicar. Tras haberme dejado, recorrió varias ciudades hasta que conoció a una fotógrafa que vio su belleza, algo que cualquiera podría ver en verdad y poco después la invitó a París, eso hace un par de meses.

-¿Te acostaste con tu fotógrafa?

-No lo digas tan fuerte.

-Estoy sorprendido, no pensé que tras haberte acostado conmigo fuese tan malo que decidiste estar con mujeres.

-No seas ridículo Connor, estaba haciendo una sesión desnuda para ella, cuando hubo algo en el aire y simplemente terminamos acariciándonos. Fue de los momentos más excitantes de toda mi vida.

-¿Entonces te gustan las chicas?

-No lo sé realmente, pero me siento muy cómoda con ella, es una artista.

¿Qué pasó con tu sueño de ser bailarina?

-Comencé, En parís hace un par de meses, vivo en los suburbios, me encantaría estar como tú poder ver la Torre Eiffel tan de cerca. ¿No dirás nada?

ICARUS, ALAS A LA LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora