Capítulo 20

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Capítulo 20

Narra Daniela

Dejo el consultorio sintiéndome más confundida que antes de entrar. Además de pedir información, esa mujer me habló de algo llamado terapia cognitivo-conductual, de la importancia de lo que sentimos, pensamos y hacemos porque, según ella, lo que pensamos influencia lo que sentimos y hacemos. O algo así. Y que durante las próximas semanas me ayudará a evaluar los pensamientos que me llevan a hacer cosas que perjudican la relación con Eduardo. Y que habrá que encontrar las ventajas y las desventajas de aquellos pensamientos. Averiguar si son realistas. Y buscar las alternativas. Si es necesario. No sé. Un lío. Ya no sé si es buena idea, además voy a perder dinero. Mucho dinero.

Viviana sonríe al verme. Hago una mueca mientras me voy atravesando el pasillo para acercarme a ella.

—Ay, dudo que te haya ido tan mal. —comenta

—Me confundió. Bueno, no cuando me pidió completar esos cuestionarios... El punto es que quiere que intentemos la terapia cognitivo-conductual. Claro, si estoy de acuerdo y se resulta adecuada y...

—Todo va a estar bien —me calla—. Sé a qué se refiere la psicóloga. Y sí puede servir. Te puede ayudar a identificar si hay algo mal en tu manera de pensar que te hace actuar como lo haces. Y luego te puede ayudar a hacer unos cambios.

Habla como la psicóloga. Se nota que estudia psicología...

—Y tuviste razón. Dijo que tengo que cooperar y que hasta me va a dar tareas.

—No te desanimes.

—Es que... Además de todo esto... Puede que sea demasiado tarde. Eduardo está muy distante conmigo desde que se enteró que le fui infiel... Se quiere divorciar, no me cabe ni la menor duda...

No sucedió lo que yo esperaba. Las cosas no cambiaron para bien después de que la semana pasada me pidió los detalles de aquella fatídica noche. Hasta me atrevo creer que empeoraron. Quizá porque le revelé lo del beso. Pésima idea. Me duele sólo recordar su actitud.

—Lo de la terapia te puede ayudar. Él verá que estás dispuesta a hacer lo que sea para recuperarlo, para que estén bien.

— ¿Tú crees? —cuestiono dudosa— Es que... Cuando le conté sobre mi idea de ver un psicólogo, no lo vi muy entusiasmado.

—Ay pero ¿qué querías ver? Además ¿tú qué harías en su lugar? ¿Cómo reaccionarías si te engañara? Tienes que entenderlo. Tienes que ser realista.

Me limito a fruncir los labios. Ella me anima a acompañarla rumbo a la salida del edificio, así que empezamos desplazarnos sin prisa y sin volver a sacar palabra. Hasta que llegamos afuera y nos toca decidir hacia dónde vamos.

— ¿Almorzamos fuera?

—No creo... Mi situación económica-

—Yo invito —interrumpe—. Porque estoy muy orgullosa de ti. Diste el primer paso y a veces el primer paso es el más difícil.

Logra sacarme una pequeña sonrisa. Y no porque esté de acuerdo con que deba estar orgullosa sino porque me está apoyando. No sé qué haría sin ella.

. . .

Cada hora que pasa resulta infernal. Mil dudas y preguntas que me carcomen por dentro, que me llenan de miedo... Estoy cada vez más inquieta, mi paciencia está llegando a un límite. Si Eduardo no regresa ya...

Vuelvo a dejar el sofá para acercarme a la ventana y ver si llegó, si está estacionando su coche ahí fuera. Y al igual que las otras veces, no lo veo. Hundo los dedos en el cabello, aún más desesperada. Él ya no trabaja y no hay muchos lugares a donde podría ir, así que esa maldita idea sigue presente en mi cabeza. Sí, eso debe ser: se está vengando. En estos momentos debe estar revolcándose con otra... ¿Habrá vuelto a ver a Jacqueline? ¿Y si nunca dejaron de verse?

Llámalo infierno © |COMPLETA|Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ