Capítulo 28

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El último capítulo de hoy

Capítulo 28

Narra Daniela

Después de repasar cada una de las fotos, Viviana suelta el celular y éste se cae en su regaza luego llega en el sofá que compartimos. De pronto ella no me quita la mirada de encima pero su expresión es indescifrable.

—Espero que no estés creyendo esas tonterías.

—Pues no, no lo hacía. Sin embargo tu actitud despierta sospechas.

—Mi actitud... —tarda en continuar— Mi actitud no tiene nada que ver con los rumores y las fotos. Obvio que no pasó eso que inventaron. Pero yo... Comprobé que... O sea... No sé cómo explicártelo.

—Tendrás que buscar la manera porque me estás asustando.

Noto que sus ojos se van aguando, que sus manos se entrelazan y se mueven con cierto nerviosismo. Su pecho sube y baja con lentitud, luego sus labios se apartan y sin embargo no pronuncia palabra alguna. Es como si tuviera mucho miedo.

Cuando vi esas fotos y leí las cosas que escribieron en los medios, supe que no podía ser real, que aunque estoy muy celosa cuando una mujer se le acerca a mi marido, con Viviana no tengo por qué preocuparme. Cuando ella está cerca, no me pasa lo mismo... Y sé que durante todo este tiempo ellos se vieron para hablar de mí y de él. Sin embargo, verla actuar así me pone muy insegura.

—Me estoy enamorando de tu esposo.

¿¿¿Qué??? No. Imposible.

Me revuelvo en mi asiento, manejada por la necesitad de interponer distancia entre nosotras. Al mismo tiempo, no puedo hacer gran cosa, no puedo reponerme del shock, no puedo moverme o hablar. No sé qué hacer con mis manos. Me repaso el rostro, luego las hundo en mi cabello y me quedo estancada. Observando una pared. Asimilando la noticia. Pero es una locura, es un golpe que jamás había imaginado recibir y con el que no sé cómo lidiar. ¿Qué hago? ¿Llorar? No... Dios, esto no puede ser... ¿¡Se está enamorando de él!?

No, la voy a...

— ¿Eduardo lo sabe? —pregunto en voz grave mientras trato de mirar cualquier cosa menos su cara; no quiero ver su cara

— ¡No! Claro que no. ¡Y nunca debe enterarse! Amiga, perdóname. Sé que de alguna manera te estoy traicionando... Pero créeme que si hubiera podido evitarlo, lo habría hecho. Por desgracia no podemos elegir de quién enamorarnos.

— ¿Desde cuándo sientes eso?

—No sabría decírtelo. Me pregunto lo mismo.

Clavo los dedos en el sofá y aprieto los labios. Ahora todo cobra sentido, todas las veces que se entrometió y estuvo del lado de él, todas las veces que lo defendió. No niego que a veces tuvo razón pero... ahora descubro que lo hizo porque lo quiere, no sólo porque... ¿¿¿Desde cuándo???

— ¿¿¿Desde cuándo, maldita sea??? —pienso en voz alta

— ¡No sé en qué momento crucé la línea hacia ese tipo de sentimiento! Pero... Lo descubrí hace un par de semanas... O eso creo. Todo empezó cuando me di cuenta de que estaba confundida... No entendía por qué empezaba preocuparme tanto por él, por qué me alegraba tanto cuando me llamaba, por qué sólo empezaba desear que sí se separaran...

—Sé que no fui la mejor amiga. Pero jamás imaginé que me pagarías de esta manera.

—Sí, mi corazón te está traicionando pero yo no pienso hacer nada inapropiado. No pienso intentar nada con él. Nunca. ¡Te lo juro!

Llámalo infierno © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora