Capítulo 27

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Segundo (y penúltimo) capítulo de hoy:

Capítulo 27

Narra Eduardo

—Gracias por aceptar venir.

Su sonrisa cálida es como una manera de decir que no hay nada que agradecer. Pero yo sí estoy muy agradecido con ella, no sólo porque haya aceptado venir hoy a tomar un café conmigo y a escucharme, sino también por todo lo que hizo por nosotros durante estos meses. Por estar ahí al pendiente de Daniela, por haberme sugerido lo del psicólogo... Esas dos cosas son las más importantes.

—Tenías razón.

Viviana arquea una ceja mientras gira un poco la cabeza.

—Me refiero a la terapia. Me sirve y mucho.

— ¡Cuánto me alegra oír eso! —su tono confirma la emoción de la que habla— Pero cuéntame cómo te va.

—A decir verdad, no sé por dónde empezar. Es un proceso muy complicado, muy duro pero al mismo tiempo útil. La conclusión a la que llegué no fue inmediata, en cada sesión descubrí algo nuevo... a veces me sentí asqueado, otras veces furioso... con ella, con mi mismo... con... En fin, fue difícil. Es difícil. Tengo que hablar en presente, me queda un largo camino por recorrer.

— ¿Y cuál es la conclusión que mencionas?

—Que lo que he vivido es más fuerte y complicado de lo que pensaba. Que no empieza ni termina con el daño físico, sino que hay muchas cosas de por medio... Que simplemente... —suspiro— que esta relación- más bien, que esa mujer me dañó y me distorsionó la mente, que ella me llevó a ser una sombra de lo que era antes.

—En este caso... ¿Qué vas a hacer cuando pasen los seis meses que te pidió? Independientemente de los resultados de su terapia, supongo que la decisión está en tus manos.

Y juro que es la decisión más complicada que me toca tomar. A pesar de los mil motivos que me animan ponerle fin de una vez por todas a mi matrimonio, la siga amando. Este corazón destrozado sigue amándola.

Mudo mi mirada en la ventana que tengo al lado, consiguiendo perderla en algún punto de la calle. No se me olvida que Viviana espera una respuesta, el problema es que no tengo una clara. Bueno sí sé cuál es la sana, la correcta y todo ese rollo... Sólo que eso es algo totalmente distinto. No puedo afirmar que es lo que deseo hacer de todo corazón.

—Nunca entendí para qué me pidió esperar seis meses —declaro a cabo de unos momentos—. Pero si tuvo la esperanza de que yo iba a cambiar de opinión... creo que se salió con la suya. Porque yo no sé qué quiero, Vivi. —vuelvo a encararla mientras pronuncio la última frase

—No me lo esperaba. Ay, creo que los progresos que hizo con su terapia te van a confundir más.

Al principio no me creí eso de que volvió a ver a su psicóloga. Y cuando por fin me di cuenta de que no era broma, me enteré de la aparición de ciertos progresos; y otra vez no supe que creer. El punto es que parece que ella está cambiando para bien y que no es algo pasajero. Quiera o no, no me deja indiferente. En primer lugar porque la amo y quiero su bien. En segundo lugar- No, ¿en segundo lugar, qué? El daño ya está hecho, no puedo estar imaginando lo que vaya a suceder en el futuro si aún estoy luchando para superar lo que hubo en el pasado.

—Oye... Daniela no debe saber que tengo dudas. Prométeme que no se lo vas a decir. Si te pregunta algo, le dices que lo del divorcio sigue en pie.

—Cuenta con eso. Pero igual creo que se está haciendo ilusiones. Tenemos que admitir que aceptó de nuevo la terapia sólo porque sueña con reconciliarse contigo.

Llámalo infierno © |COMPLETA|Where stories live. Discover now