Pillada

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Después del sexo con Usui, que fue increíblemente mejor que el que tenía con Jorge, me vestí rápidamente con la intención de ir a mi casa a arreglar mi vida. O quizá a ponerla más patas arriba de lo que ya estaba, según se viera. Claro que Usui quiso enterarse primero de cuáles exactamente eran mis intenciones.

–¿Dónde vas? –preguntó mientras se levantaba de la cama.

–A mi casa. Haré las maletas y me iré a un hotel. Luego hablaré con mi abogada para que comience los trámites del divorcio.

–Si quieres puedes quedarte conmigo mientras encuentras un piso en el que quedarte.

–No creo que sea una buena idea. Además, antes de mudarme a un piso con alquiler tengo que encontrar otro trabajo para poder permitírmelo.

–Tengo algunos contactos que te podrían ayudar. Uno de ellos es en una editorial de libros. A ti te encantaba leer, ¿no? Estoy seguro de que te contratarían sin pensárselo.

Me quedé quieta, mirándome los pies mientras pensaba. No quería depender de Usui. No quería depender de nadie, en realidad. Pero ahora mismo necesitaba otro trabajo urgentemente. Era obvio que me pagarían el paro y con eso tenía para ir tirando, además del dinero que recibiría por el despido. Pero los pisos de alquiler en Barcelona no eran nada baratos y no quería tener que irme a las afueras de la ciudad... Otra vez. Quizá podía aceptar la ayuda de Usui por una vez, ni que fuera solo en esto.

–La verdad es que no me vendría mal conseguir un par de entrevistas. Pero déjame una semana para intentar encontrar algo por mi cuenta. Si no lo logro te avisaré.

–Coco.

Me giré de golpe a mirar a Usui. Su tono de voz había bajado varias notas y se había vuelto increíblemente oscuro. Su cara acompañaba a la seriedad de lo que estaba a punto de decir. Se me quedó mirando unos segundos y después apartó la mirada de mí.

–Quizá la semana que viene ya no esté en España.

Me cayó como un jarro de agua fría encima. Se iba. Otra vez. Justo cuando estaba a punto de divorciarme, en parte por él. Qué ilusa había sido. Había creído que podríamos volver juntos y retomar aquel amor perdido que habíamos vivido de adolescentes. Claro que no, el mundo no giraba entorno a mí y mucho menos Usui. Quizá no me había superado y seguía enamorado de mí, pero no lo iba a dejar todo en la vida por volver conmigo. 

Yo le miré unos segundos con la boca abierta. Al borde de la rabia y el llanto. Pero no le podía culpar de no dejarlo todo por mí. Así que contuve mi dolor, aplaqué mis ganas de llorar y me marché sin decir nada más.

–¡Coco, no te vayas, por favor! 

Usui salió de la cama en ropa interior, corriendo para ir a buscarme. Yo estaba en el salón, recogiendo mi bolso. No le hice caso e intenté esquivarle, pero me agarró por los brazos. Esto me obligó a mirarle a los ojos.

–Esto ha sido un error. No debería haberte involucrado en mi mierda de vida. Me marcho –afirmé con desesperación por alejarme de él, evitándole la mirada una vez más.

–No has sido tú. Nadie tiene la culpa de lo que ha pasado, en todo caso la tendría yo. Por favor, quédate y hablemos las cosas.

Yo me reculé un par de pasos hacia atrás, soltándome de él. Apreté los puños, intentando sacar fuerza de mi debilidad. Me sentía traicionada aunque en realidad las que me habían traicionado habían sido mis ilusiones. Así que me mordí el carrillo interno de la boca, le lancé una mirada implacable a Usui y hablé.

–No tengo nada más que hablar.

Esta vez fue él quien se quedó helado. Me marché con el paso decidido y sin mirar atrás. Salí del edificio hecha un trapo. Si pensaba que ya no me quedarían lágrimas me equivocaba. Cuanto más empeoraba la situación más me deprimía y peor me sentía. Las lagrimas salían cada vez más y más fuerte. Mis llantos duraban más y la autocompadecencia se apoderó de mí. No entendía por qué me estaba pasando todo aquello de golpe. ¿No había sufrido lo suficiente ya?

Se llama UsuiWhere stories live. Discover now