T R E S

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Lo que tuve con ella no fue una aventura


Llegué puntual al edificio de mi nuevo trabajo, y como lo había dicho la recepcionista, ella estaba ahí para darme las gracias o la bienvenida. Caminé decidida hasta el lugar e intenté demostrar seguridad a cada paso.

—Muy buenos días, Amelia. Ayer te dije que saliendo de la oficina de Alexander vinieras conmigo, y no lo hiciste.

A pesar de que ella en un comienzo había demostrado un carácter un poco pesado y me había transmitido incomodidad además que me había hecho repelerla, ese día parecía más feliz.

—Lo siento...— quise decir su nombre, perooo, a nadie se le había ocurrido mencionarlo. Al parecer ella sí era un poco tonta.

—No me digas que no me he presentado desde ayer...—pareció decirlo más para ella que para mí —. Soy Paola.

El poco tiempo que había estado en ese edificio me había puesto ansiosa. Ya sabes, quería chismear por aquí y por allá. Quería entrar hasta a el baño de hombres. Quería ir desde el sótano hasta el piso casi más alto.

Un movimiento de Paola me despertó de mi sueño lúcido. Me di cuenta que me había extendido unos papeles. Hice cara de no entender y ella lo captó.

—Tienes que llevárselos a Alexander, ya sabes, último piso.

Pareció volver a lo suyo, y entonces, yo fui a lo mío.

Caminé hasta llegar al ascensor. Tenía entendido que la oficina ocupaba un piso entero, y ese piso era el más alto de la torre. Presioné el último botón superior y todo comenzó a marchar como se suponía.
En el ascensor tuve la grandísima idea de no llegar directo a la oficina. Tuve que llegar al último piso porque ya había presionado el botón, pero en cuanto se cerró presioné aquellos que creía me llevaría a pisos interesantes.

Llegué al piso de diseños, la segunda sección, y quedé maravillada.
Una recepción en ése otro piso me recibía con las puertas abierta de cristal, y una joven que parecía sacada de una revista de modelos me vio, y me sentí pequeña.

No podía echar reversa y salir como tonta. Caminé hasta recepción pensando de qué manera entrar engañando a la chica. Llegué nerviosa hasta ella, no dejaba de verme.

—Hola, disculpa que te interrumpa, pero...—piensa, piensa, piensaaa— ¿Dónde están los baños?
Si es que resulta que los baños están fuera de la recepción y no dentro de la sala de diseño, tendré que entrar a la mala... Corriendo con posible despido. Aunque no estaría mal...

—¿Eres la nueva?— se limitó a decirme.

Ah, mamoncita. No, mija, conmigo no.

—¿Losss baños?— alargué la "S" de "los"

Me señaló el camino con un solo dedo con uñas perfectas. Seguramente solo tiene la preparatoria hecha.

Caminé hacia donde me indicó. No llegué a los baños, ni los busqué. Cuando vi el material para diseño me sentí como en casa. Recorrí mi dedo por las diferentes superficies que podía tocar, fascinada estaba. Cómo quise estar ahí, diseñando, creando nuevas cosas, pasándola bien conmigo misma.

Ah, pero la niñita quería empezar desde abajo. ¿No podía dejar el puesto de recepcionista e ir a diseñar cosas?

Salí maravillada, quería que ahí fuera mi lugar de trabajo, no un escritorio alto a la entrada principal del edificio.

TENTACIONESWhere stories live. Discover now