Unidos

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Dahlia siempre había tenido un recuerdo muy extraño resguardado en la parte más recóndita de su cerebro. A menudo, revivía aquella escena mientras estaba bien dormida y luego se despertaba llena de ansiedad. No entendía por qué las vívidas imágenes que contemplaba durante sus sueños se le escapaban tan pronto como abría los ojos. Por más esfuerzos que hiciera, no había ninguna manera mediante la cual ella pudiese recuperar aunque fuera un minúsculo fragmento de información proveniente de sus viajes oníricos. Su incapacidad para rememorar aquella visión le ocasionaba mucha frustración y algo de tristeza, pues su instinto le indicaba que dentro de ese escurridizo recuerdo que se negaba a salir a la superficie estaba la clave para resolver un complejo enigma de gran trascendencia. Con el paso de los años, ella comprendió que esa anhelada memoria estaba fuera de su alcance. Se vio obligada a detener su infructuosa búsqueda por un tiempo indeterminado, pero no por ello perdió las esperanzas...

A varios kilómetros de distancia del hogar de Dahlia, otra chica de su misma edad se sentaba por las noches a charlar consigo misma en la tranquilidad de su habitación. Avanzaban las horas, y su mente continuaba dándole vuelta tras vuelta al mismo tipo de cuestiones que tanto intranquilizaban a la rubia. Bianca sentía un gran vacío en mitad de su pecho cada vez que se ponía a pensar en ese sueño tan raro que siempre le provocaba sobresaltos en mitad de la madrugada. La sangre que corría por sus venas se helaba un poco al percatarse de que era ella misma quien estaba obstaculizándole el regreso a aquel recuerdo. Esa conducta tan contradictoria de su mente la atemorizaba en sumo grado. ¿Por qué deseaba acordarse de algo que, al mismo tiempo, se empeñaba en olvidar? Jamás había conseguido entender aquella paradoja, al menos no hasta que llegó el día en que su potente sello de camuflaje Linvetsi por fin se rompió.

El secreto que había sido resguardado en el subconsciente de aquella pareja de jovencitas ahora estaba al alcance de ambas. Lo único que requerían para tener libre acceso a este recuerdo y a muchos otros era cerrar los ojos y concentrarse en ello. Ya no existía ningún tipo de barrera que les impidiera conocer el contenido de las múltiples memorias de todas las experiencias que las dos habían compartido desde que sus vidas se vincularon a través del plano onírico, cuando aún estaban dentro del vientre de sus respectivas madres. Tanto Dahlia como Bianca juraron no contarle a nadie más acerca de sus encuentros furtivos, ni siquiera a Milo. Para asegurarse de que ninguna de ellas fuese a romper el mutuo acuerdo ni siquiera por accidente, la náyade purificadora se encargaba de ocultar todo indicio de la estrecha relación de amistad que tenían mediante sus poderosas habilidades para crear barreras espirituales duraderas e impenetrables. De esta manera, las chicas garantizaban que ningún miembro de la Legión de los Olvidados pudiese obtener los valiosos datos que solo ellas dos poseían. El sueño recurrente que las chicas experimentaban al mismo tiempo siempre las dejaba muy confundidas, y no era para menos...

Un vasto espacio abovedado revestido de cientos de diminutos puntos titilantes de variadas formas y tonalidades enmarcaba el solemne encuentro de tres personas: dos seres humanos y una criatura extraterrena. Esta última se hallaba de pie sobre un dodecaedro nacarado flotante de gran tamaño. Sus extremidades superiores y su tórax se hallaban cobijados por un resplandeciente cúmulo de inquietas llamas azuladas. Desde su musculoso abdomen hasta la punta de sus angostos pies, una densa cortina de fuego ambarino la abrigaba. Las bicolores flamas no le ocasionaban daño alguno a su cobriza piel de tersa apariencia, sino todo lo contrario. Aquellas incandescentes lengüetas daban la impresión de estar regalándole una dulce caricia.

Las danzantes agujas que el ente de aspecto femenino tenía por cabellos parecían haberle arrebatado al astro rey su áureo fulgor. Entre sus delicadas manos de estilizados dedos, la dama acunaba una semiesfera transparente en cuyo interior se albergaba una gélida sustancia incolora de consistencia viscosa. Ella la observaba con infinita ternura, tal y como si estuviese sosteniendo a su hijo recién nacido entre los brazos. Su zafírea mirada no se desviaba por ningún motivo del receptáculo vítreo que tenía ante sí. Con sumo cuidado, se dispuso a levantar el peculiar objeto hasta hacerlo llegar a la altura de sus finos labios. Inhaló y exhaló tres veces, tras lo cual cerró sus ojos y procedió a ingerir la totalidad del gelatinoso brebaje muy despacio.

La Legión de los Olvidados [Saga Forgotten #1]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant