Érase una mañana

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Son vientos tormentosos los que azotan a la humanidad en estos días, y algunos caminan en su contra creyéndose fuertes como una patada voladora en el aire, queriendo defenderse de la violencia con más violencia. Otros, se pierden como Smeagol tras una pantalla y desde allí nunca cambiarán el mundo, a estos internet los tiene en la palma de su mano, como Buda a Ikki en la casa de Shaka de Virgo.

La realidad cobra un sabor hipócrita, ya que en realidad atravesamos una generación perdida en su egoísmo, donde doctores no quieren salvar más que sus infladas cuentas bancarias, la policía es una burda bota sin cerebro que aplasta a los más débiles, las personas buenas son almas atormentadas que los otros ven como tontos y muchas veces terminan encerradas en iglesias, rogando que de una vez por todas llegue el Señor y los salve de este infierno, los valientes pelean contra otros valientes en un vicioso juego de egos y sus voces no alcanzan a alzarse. ¿Y qué se puede hacer?, yo sólo tengo esta mira y una breve historia que contarles.

Mi ángulo esta vez baja desde el cielo y aterriza en la cima de la Cordillera de los Andes, mi ojo desciende desde terrenos nevados, termas volcánicas y embalses de frías aguas inagotables. No deja de descender. Al llegar al puente El Colorado da con un joven que llora, se encuentra borracho y parece un poeta romántico con el corazón partido, su semblante es el de una persona decidida y veo que salta al vacío valientemente, su vida se acaba al impactar con las rocas y aguas del río Maipo, pero su alma abarca el universo completo, en un efímero resplandor que parpadea sin que nadie se dé cuenta.

Sigo descendiendo acompañado de una tibia brisa que la gente conoce como Raco o Viento Puelche. Paso por el lugar donde debieron aniquilar a un sanguinario dictador, donde querían aplastar su cráneo y luego quemar su sangre para no contaminar el lugar, pero no sucedió así y a la ciudad donde se dirige mi cámara continúa reproduciendo el eco de las atrocidades realizadas por dicho dictador.

La ciudad de Santiago, el valle central o la ciudad más desigual del planeta, el rio Mapocho la atraviesa con aguas oscuras que reflejan su alma. Por fin capto la Universidad y acá se detiene la toma y una voz gutural, sacada de una campaña publicitaria educacional, comienza a narrar que:

"Se supone que a la universidad llega el futuro del país, destacados estudiantes que son premiados con el honor de mantener, gracias a sus conocimientos, la prosperidad de una nación y levantar con su inteligencia a la sociedad entera. La universidad como un tipo de maquina alquimista que pule a las mentes inexpertas y entrega un aporte a las ciencias milenarias. Pero ese es un supuesto ideal, ya que en la realidad a la universidad llega una fauna de estudiantes inquietos, los que son recibidos por profesores con dudosos intereses pedagógicos y vocacionales.

Bueno, tampoco es mi idea engañar a nadie, de seguro en estos centros de educación superior se aprende a coger un bisturí, arreglar engranajes, un montón de softwar's, a escribir fin faltas y a recordar que un montón de europeos aventureros y otros castigados llegaron a la América meridional a acabar con la armonía cíclica de Chonos, Mapuches y Alacalufes, entre otras mallas curriculares.

Pero mejor consideremos a las universidades de Santiago, en su condición actual, como un mero negocio, una inversión para ganar una mejor remuneración tras recibir un título profesional. ¿Cómo decirlo mejor?, una universidad es la necesidad de ambiciosos empresarios de contar con trabajadores calificados, así que ellos quieren que tú estudies; los políticos también quiere que tú estudies para mostrar al mundo lo bien que funciona el país, tus padres quieren que tú estudies por el miedo a que tú vida sea una vida de mierda; la gente que está lucrando con la educación quiere que tú estudies para recibir suculentas matriculas y mensualidades. En fin, no eres tú el que necesariamente quiere entrar a la universidad para cosechar los sesos.

A algunos le cortan el pelo y la ropa en el ya tradicional ritual de mechoneo, les arrojan huevos y sustancias asquerosas como señalando la hediondez y la podrida transformación que vivirán en ese lugar, en donde de seguro adquirirán un estado alcohólico si es que ya no lo han alcanzado antes de comenzar el juego.

A la universidad entran ñoños funcionales del sistema capitalista, pero también los espíritus salvajes de la nación, con un preparado estilo estrafalario, después de viajar y conocer un poco el mundo en vacaciones (¡esta es la moda y las modas deben seguirse en la actualidad como si fueran mandamientos sagrados!).

Este libro trata sobre un grupo de estudiantes que intentaron hacer algo más con el conocimiento, algo más que estudiar para tener una vida asegurada y aburrida, y es que todo conocimiento es un arma de doble filo, la cual puede ser ocupada para engañar y cubrir la realidad o descubrirla y vernos desnudos por su luz. Toda universidad debería seguir el sabio ejemplo del tiempo y transformar al mundo en algo mejor, ¿no creen?

Es extraño detenerse a observar el comportamiento de los chilenos, de este singular pueblo que se asentó en las cercanías del mar, pero también en las faldas de volcanes. Como la personalidad de la gente se fue tornando a la manera de estos, amenazando a estallar en cualquier segundo.

Ahora quiero que leas con cuidado, que te concentres y dejes de mirar en otras direcciones, seas la persona que seas, e intenta que la voz que relata estos párrafos se escuche fuerte en tu interior. Imaginen una casa común y que, una tranquila mañana los padres de Natalia se dirigieron asustados a su cuarto, puesto que escucharon que gritaba. La despiertan apresurados para preguntar qué sucede, es que tuve una pesadilla, dice esta, aún llorando. El desayuno está listo y su aroma se cuela desde la cocina.

Al noroeste de la casa de Natalia, Éder carga una mochila arriba de su skate, saluda a los vecinos del negocio de la esquina, que siempre están parados allí y siempre tratando los chismes y cahuines del barrio. El asfalto se encuentra pedregoso así que es difícil manejar la tabla.

Al sur de ese último lugar, Tagore recorre un camino, dudando si es lo que realmente debería estar haciendo, que da desde su casa hasta el lugar en donde se detiene el transporte público que lo dejará en las dependencias de la Universidad. Al llegar abre una puerta con timidez, pausadamente, la forma en que abrimos las puertas define lo que encontraremos tras de ellas.

Los tres estudiantes: Natalia, Éder y Tagore soñaron que los perseguían para acabar con sus vidas la noche anterior, no quiero entrar en detalles, pero de por sí esa pesadilla explica un poco de qué trata la vida, una fatal persecución. Ya sea en una fiesta, en un templo o una catedral, da lo mismo, sonriendo o lamentándose, perseguidores y perseguidos, todos escapan inconscientemente de la muerte, ¿y tú?, ¿dónde te escondes?

Así, de esta forma, a las puertas de volcanes ansiosos y en la sospechosa tranquilidad de los pastos de una universidad, someto a la aprobación de la ciudad, esta historia a la que llamo: El Gran Ocaso."

El gran ocasoWhere stories live. Discover now