Una Clásica discusión dominical

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En el televisor corría el noticiario, más de lo mismo, historias de superación de la gente pobre, lavado de imagen a la clase alta, mucho, pero mucho fútbol, periodistas inventando e inflando rumores sobre los ídolos nacionales que triunfan en Europa, dando a conocer en detalle sus millonarios salarios. Esto último es como un escupo en la cara a la gente que reciben el sueldo mínimo, no obstante, ellos, al igual que la mayaría de la nación, celebran los logros de los futbolistas como si fuesen propios, es probable que los crean uno más de la familia ya que siempre están presente en la TV, mañana, tarde y noche.

La familia Camus está reunida en un clásico almuerzo dominical, carne asada provista por los hombres: un acto que se da desde el paleolítico, un pedazo de carne que, en esta ocasión, no fue cazado ni faenado por ellos, simplemente un trozo de un animal muerto etiquetado y comprado en un supermercado.

Los hombres de la familia Camus no cocinan más que la carne asada en la parrilla, nada de legumbres o carbonadas, ni pensarlo, y pavonean sobre sus técnicas para hacer arder el carbón, como si se tratara de algo complejo dar vuelta la carne de un costado a otro, esparcir un poco de sal sobre el trozo de animal muerto y engordar hasta el máximo sus poncheras. Por su parte las mujeres se encargan de arreglar la mesa y de preparar las ensaladas. Los machos y las hembras como lo hacían los homoerectus, continúan realizando sus roles milenarios.

Natalia acaba de llegar y jugaba con una sobrina pequeña, la mesa fue servida así que cada uno alcanzo su lugar y tomó asiento. Los varones hablan sobre el balón y negocios, las mujeres sobre dietas y prendas de vestir. La TV sigue trasmitiendo el noticiario, de pronto muestran imágenes sobre la marcha acontecida hace un par de horas en el corazón de la ciudad; represión, manifestantes golpeados, señaléticas públicas usada de barricada. La movilización reunía a una multitudinaria convocatoria para protestar por los derechos de las mujeres. Al respecto uno de los tíos de Natalia comenzó a opinar.

—Puros macabeos, lelas y mandoneados, no hacen nada en la semana y despiertan tempranito los domingos para puro dar la hora.

El tío que hablaba era de profesión ingeniero industrial, el padre de él fue detenido y torturado en los años setentas únicamente por ser simpatizante del Partido Socialista, ni siquiera militante, hecho que volvía contradictoria su gran simpatía por la ideología neoliberal de la derecha chilena. Natalia lo mira con desagrado mientras este sigue con su discurso sin recibir objeciones, puesto que es la persona con más dinero en la familia y muchas veces, ocurre con demasiada reiteración, se le rinde pleitesía a la gente sólo por su poder adquisitivo:

—Andan apoyando el aborto porque no quieren responsabilidades los hüeoncitos, para que andan haciendo guaguas entonces. ¡Mira!, puras marimachas y fletitos, aparte.

Algunos reían a causa de las palabras del tío, aunque no pensaran de la misma manera, pero nadie se atrevía a contradecirle. Natalia no pudo seguir aguantando, dejó de jugar con su sobrina e inesperadamente interrumpió las ufanas palabras del tío de buena situación económica:

—Yo fui a la marcha y la gente que asistió es bacán, había

hartos homosexuales, pero también hartas mujeres lindas y hombres que, más que acompañar, fueron porque hacen suya la lucha feminista.

La mayoría de los familiares no tomó en serio la intervención de Natalia, al contrario: esto pasa cuando entras a la universidad, buena po Gladis Marín, eran las burlescas respuestas de los demás familiares. Mas ella no reía con ellos, no creía tener la obligación de guardar silencio si su pensamiento era humillado, así que ese fue el comienzo de la discusión.

Mijita, usted no se tiene que meterse en esos cachos —le dijo el tío.

—¿Por qué no? —respondió ella.

—Porque los únicos que sacan provecho de estas cosas son los cabecillas. Ya lo viví yo también en la universidad, lideres movilizando a miles de estudiantes, algunos tan comprometidos que hasta se farreaban sus carreras, pero, ¿sabí quiénes son los que al final quedan apitutados, trabajando en buenos lugares o agarrando un puesto político?, los tres pelagatos que organizaban todo, y lo hacen aprovechándose de la rabia y lo poco inteligentes de los carne de cañón que los siguen. Si vas a participar de estas marchas pasadas de moda, trata de ser la líder, no hay razón para que tú gastes tu tiempo y no saques nada de provecho.

El tío de Natalia tenía razones de sobra para afirmar lo que hablaba, es cosa de revisar la historia de la clase política chilena, o mejor aún, observar cómo votación tras votación los candidatos ocupan la confianza de las masas para terminar defendiendo a empresarios. y de paso enriquecerse individualmente y a sus círculos cercanos. Los padres de Natalia, en cierta medida, creían igual que el tío, no querían ni podían defenderle.

—Yo creo que cuando hay un problema hay que hacer algo para solucionarlo, y los cambios sociales son logrados por las manifestaciones, por cada persona que participa de ella—dijo Natalia.

—Claro, no te niego eso, pero, ¿cuál es tu lucha?, yo estoy de acuerdo cuando la gente que sale a la calle es gente con problemas graves, pero cuando son delincuentes que quiere hacer destrozos y un show para posicionar a un grupo de dirigentes que terminan vendiéndose, ahí mi opinión es otra.

—Mi problema es mi género en un país machista, tío.

Estaba sola en esa discusión, las paredes de esa casa, el mismo televisor, la mesa y la comida que se servían estaban del lado del tío, los códigos de barras. Todos productos obtenidos con dinero tangible o intangible. Los ideales no están a la venta, pero si quien dice ponerlas en práctica. El carácter venal de las personas se da en todos los aspectos, de eso daba una excelente muestra la segunda esposa del tío de Natalia que se encontraba presente, mujer que parecía una posesión o alguien enamorado de liquidaciones económicas, más que de la persona en esencia, y a la mierda a quién le parece mal esto, estos de seguro desearían tener semejante esposa y también pueden ser callados por un par de billetes.

—Será mejor que te dediques a estudiar y empezar a pensar en cómo hacer rendir tus conocimientos desde ya, el campo laboral de las humanidades está difícil. Te repito, en todas las movilizaciones hay personas pensado en cómo beneficiarse a futuro.

Ese último comentario fue repetido con distintos matices en la cara de Natalia durante acababan la comida, refrescando en su memoria que los ideales y los sueños son poco lucrativos, que somos homodollares y que el Mercado castiga duramente a quiénes se atrevan a contradecirlo.

Los reproches y las burlas hacían que se le subiera la sangre a la cabeza. Cómo oponerse al arribismo y al dinero si siempre han triunfado, ¿cómo tener alma en este mundo sin sentimientos? El sermón del tío hacía que la realidad pareciera aun más inmutable de lo que es, y esa desesperación produjo que Natalia terminara por perder la compostura y expresara encolerizada:

—¡Váyase a la mierda!, ¡yo no estoy ni ahí con la plata!, ¡me da asco este presente, por eso quiero cambiarlo!, ¡por la cresta, yo no quiero ser iguales a ustedes!

Abandonó el lugar dando un portazo tras de sí, las caras se meneaban en señal de reproche, la televisión y sus sempiternos noticiarios se oían altos, los familiares terminaros el sacrificio animal en silencio luego de esa clásica discusión dominical.

El gran ocasoWhere stories live. Discover now