La trama son tres jóvenes almas en fuga

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Si habláramos sobre la mayoría de los personajes de este libro, podríamos decir que no conocen el primer mundo, un detective, llamado Blake, viajó con su mujer a Venecia y París en un aniversario matrimonial y un miembro del grupo literario residió un verano en Canadá, pero fue eso y nada más que decir, todos en calidad de turistas.

Lo anterior traduce que nadie sabe aquí si existe la pobreza, las deudas y los problemas económicos que incluyen las necesidades básicas en los países de la primer orbe. Si se llueven sus viviendas, si su sistema educacional es un mero negocio que perpetúa el orden existente o si la salud pública es sólo un lugar para sentarse, porque acá en los hospitales públicos faltan camillas, a esperar la muerte.

Existe la posibilidad de que sí, que existan en los países desarrollados estos tipos de problemas recién mencionados, pero que no obstante se conviertan en algo tedioso, negativo o simplemente en una mala estrategia de marketing para integrarla en sus obras de arte. En la ciudad que cobija al grupo literario El Gran Ocaso estos problemas son la batalla que libra la colectividad día a día.

Todo el dinero de Chile en pocos bolsillos y el resto vive persiguiendo necesidades reales y otras que no lo parecieran tanto, como comprar un auto y ropa de marca por ejemplo, como conseguir comida y el gas para la ducha con agua caliente, incluso.

Y las personas deambulan al igual que caballos de carreras con blinkers para no despegar la mirada del frente. Y da lo mismo que la persona a nuestro costado no tenga auto, casa, comida o gas, si la persona que muere a nuestro costado es nuestra madre, Teresa o Calcuta, nosotros tenemos que seguir nuestro consumo como zombis de hambre insaciable y dar sentido al sistema imperante, sin tomar en cuanta nunca al pesado pobre diablo que se queja, llora y putea en todas direcciones a nuestro lado.

Como tres bellas flores del loto crecidas en un basural, Tagore y Natalia y Éder, existen en una ilusión poco lucrativa, no se trata de desvalorizar temáticas, unas por sobre otras, sino de episodios que no pueden esperar y voces rescatadas de una sociedad decadente.

Éder Santos sabe que las cosas no pueden seguir así, que la Teletón es una mano entregando una limosna y que las ácidas críticas sociales de Yerkopuchento simplemente son bromas y berrinches nacidos desde el lodo, todos ellos trabajan para quienes se enriquecen de la iniquidad en la sociedad de los ciegos, mudos y sordos. Como sea, sabe que las personas corren su carrera con blinkers y que ellos no harán nada si lo llevasen a morir en un campo de concentración, que hasta sus más cercanos podían apuñalarle por la espalda de ser necesario, pero aun así no se detiene, la gratificación de entregarse con el alma en su obra, como dice la publicidad, no tiene precio para él. Da vuelta a la página.

Tagore González sabe que las cosas andan mal, que almas malvadas reposan en el sudor de las multitudes y que es necesario un cambio, pero al igual que Éder es un tercer mundista y también sabe lo que es pasar hambre y frío. Tagore da vuelta a la página también.

Natalia Camus se encuentra cercada y siente a la manera en que siente su género, es acosada por los patriarcas resentidos, pro burguesía-mercantil-hedonistas en callejones, y ella no hace más que sacar un puñado de pétalos y soplarlos al viento, interroga a la ciudad: ¿ustedes creen que un corazón y sus sentimientos están de más, que nosotras somos prescindibles y moldeables muñecas inflables?, ¿acaso ora mal el "ni una menos"? Y Natalia da por terminada la lectura y cierra el libo.

Los tres son tipos listos y aprenden rápido, saben que la providencia no vendrá en su ayuda si ellos no la persiguen y golpean con puños en sus puertas. Los tres saben que tenemos un carácter social y otro personal, y que es en estas dos luchas en las que se deja la vida, que hay una guerra silenciosa, que nadie puede hablar por ellos, tozudos y convencidos.

Éder, luego del libro, sólo recibió buenas críticas, las puertas se le abrieron como el Mar rojo, a final de cuentas el mundo está lleno de mecenas de distintas intenciones: así que le ofrecían trabajos esporádicos, drogas para consumir y vender, un tipo le dejó su departamento por un arriendo a bajo costo. Éder era el gran decidor de sí, el perfecto tipo positivo. Se encontraba en una condición de prodigio y estaba lejos de detenerse, deseaba ir por más. Se respaldaba en la teoría de la validación de la voluntad, él no necesitaba seguir viviendo una vida de condenado y penitente. Ladrón que roba a ladrón son mil años de perdón, pensaba. Pero no era ni un cogotero ni un mechero, era un tipo listo y aprendió la lección que dejan banqueros, pastores, casas comerciales y políticos del gobierno: sé un lobo vestido de oveja.

Por otro lado Tagore era una joven más obediente, o tal vez falto de las pelotas que hacen falta para vivir una vida llena de riesgos. No le gustaba trabajar y cuando lo hacía, lo hacía de mala gana, como si fuera un artista al que ningún trabajo enajenador del mundo le fuera digno. Se la pasaba soñando, dibujando y escribiendo cartas de amor; en cuanto a realizar una obra artística para el público, se detenía al no poder encontrar un contenido realmente importante de ser compartido, así que se quedaba con sus retratos personales y sus epístolas idílicas, una especie de artista con fobia a los escenarios que se quedaba con versos contados al oído.

Pero Tagore vive en Chile y sabe que el dinero es más importante que el aire, mas se queda con el mínimo esfuerzo. Consiguió un trabajo de empaquetador de bolsas en un supermercado, se sentía como en el rubro de la Opera de Tres Peniques. Pero trabajaba poco y sólo le alcanzaba para lo básico. Ahora se encuentra encerrado en su habitación y la TV está encendida, en ella aparecen idiotas viviendo cosas entretenidas, comiendo, bailando y recorriendo lugares hermosos, experimentando lo que debieran experimentar los televidentes, existiendo por ellos, razón por la cual apaga el televisor. La habitación presentía una atmósfera similar a la del protagonista de Crimen y Castigo, Tagore toma un papel y un lápiz, enciende la música y de esta manera cree protegerse y evadir la realidad creada por la pantalla.

Natalia Camus era de esas chicas a las que los profesores invitan a tomar café e intentan engatusar con su sapiencia, pero ella es una chica lista y su corazón cree en el amor, lo diferencia de esas lascivas miradas de los hombres, cree que es mejor dejarse llevar por el destino que se siente en el interior, lo que le demanda, en vez de creer en esos sortilegios del exterior con los que las personas se engañan entre sí, es un alma en fuga.

Los personajes de este libro no saben qué sucede con las tramas del arte del primer mundo ni de sus problemas sociales, pero acá en el fondo del planeta estas dificultades son el motor que hacen que Éder mueva sus piezas al igual de bien que la Selección Chilena de Fútbol, y que Tagore acumule una rabia gigantesca, que Natalia recorra acantilados con sus ojos vendados. Son tres almas en fuga que se esparcen tímidamente como una bruma sobre la ciudad, desde su interior rebelde y joven nace la trama de este libro. Los tres saben que las cosas no pueden seguir así, los tres no quieren que las cosas continúen así.

El gran ocasoWhere stories live. Discover now