03

1.9K 122 11
                                    

Rusia.

– bueno, no vine a decir un testamento, porque creo que seguir llorando no sería lo que Ibérico quisiera – sequé mis lágrimas con una carilina – Ibe, todos te vamos a extrañar acá. fuiste una de las mejores personas que entraron a mi vida, y aseguro que la de muchas más también.  tan solo el pensar  como decías que eras el pibe lindo de la secundaria, que estaba dispuesto a comerse a todas las coordinadoras, cojer en la nieve, y tener el pedo de su vida, me hace odiar a la gente por hacerte eso y no dejarte disfrutar tu tan apreciado viaje, que esperabas con ansias. tranquilo, Ibe, te juro que el año que viene, la rompo en tu nombre, si la promo 19 era tuya, sin dudas la promo 20 también lo va a ser.– algunos de mis compañeros rieron por lo bajo – la policía de mierda no hace nada, pero te juro que vas a estar en la boca de todos, y vamos a matar al hijo de puta que te hizo esto.– entre lágrimas, los presentes aplaudieron.

fui a abrazar a la mamá de Ibérico, la familia estaba destrozada. besé su panza, en cualquier momento Ángela iba a nacer, sin conocer a su hermano.

por lo lejos, Manuel me hace una seña con la cabeza, haciendo que yo vaya hasta el.

–ya es tarde linda, tenemos que entrar al colegio– habló, secándose una lágrima. lo besé y puso su brazo sobre mis hombros, y caminamos hasta la escuela, a unas cuadras del velorio.

hicimos la formación, él se fue a su fila, en quinto, y yo fui con valen, la cuál ya estaba en la de cuarto, llorando. de nuestro curso, éramos unas de las únicas que habían sufrido tanto por nuestro amigo, porque eramos las más apegadas a él. algunos profesores nos miraban con compasión, y yo lo único que quería era llorar abrazada a manuel.

cuando entramos al salón, el profesor de lengua  comenzó a dictar y con Valentina nos sentamos atrás de todo.

– profe, ¿podemos ir al baño con Rusia?– preguntó mi mejor amiga, valentina,  al ver que las dos necesitábamos salir a desahogarnos un poco más. el profesor asintió, las dos agarramos nuestras mochilas, y las colgamos en nuestra espalda, vimos que en el pasillo ya estaba manuel esperándome ahí.

–hola manu –lo saludé nuevamente, con la voz rota.

–hola bebé – me abrazó, dando besos en mi cabeza. –hola valen, ¿estás mejor?– cuestionó el morocho, y podría jurar que ella negó.

se escucharon sollozos a lo lejos, y me alarmé. de la puerta de rectoría, salió llorando un pibe que me pareció verlo el año pasado, ya se había graduado.

– ¿Valentín?– preguntó Manuel, sorprendido. se abrazaron entre sollozos, los de Manu se escuchaban más.

– uh, perdón, no me dí cuenta que estaban acá– el ojiazul refregó sus ojos, los cuales estaban rojos – soy Valentín Oliva, primo segundo de Ibérico. me gradué el año pasado, era bastante apegado a Ibe– nos dió un beso a las dos, Valentina sonrió.

–yo soy Rusia– este asintió, sonriendo como pudo – y ella es mi mejor amiga, Valentina.

–me quiero ir, wacho – comentó Manuel y colgó su mochila del brazo que le faltaba, ya que la tenía de solo un lado.

–si, yo también.

–escápense, vayamos a un bar, algo – sonrió Valentín – yo lo hacía todos los días, el año pasado. vamos a Burston, es buenísimo.

los tres asentimos y salimos corriendo de aquel lugar, diciéndole a la portera que nos teníamos que ir porque nos sentíamos mal. la inocente se la creyó, y subimos al auto de Valentín, yendo hacia el bar.

–entonces no sé quién lo habrá matado – concluí, una vez que estabamos por nuestra segunda ronda de fernet.

– ya fue, déjalo ahí, la cosa es recordar a Ibérico siempre

manuel y valentina asintieron. veo de reojo como Valentín le guiña el ojo a mi mejor amiga, y estos se paran para ir a bailar, olvidándose que es de día y que son los únicos bailando. con manuel reímos, y ellos ya estaban chapando, nosotros los imitamos.

–me duelen los pies de tanto bailar– rió mi mejor amiga, sentándose.

–pero como ganaste eh– la codeé, ganándome una sonrisa de parte de Valentín.

comenzó a sonar un teléfono, no sabía de donde provenía hasta que manuel se disculpó y se alejó unos metros de nosotros, haciendo contacto visual solo con Valentín.

luego de unos minutos, volvió a nuestro lado, agarrando su mochila.

–perdón, me tengo que ir, urgente. valen, ¿me llevas?– el ojiazul asintió. Manu buscó algo en sus bolsillos, y sacó doscientos pesos – tomen, tómense un uber o algo de eso– y el castaño salió corriendo, seguido de Valentín. con mi mejor amiga nos miramos y reímos, pensábamos que estaban muy chupados.

muertos ; replikWhere stories live. Discover now