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Narrador Omnisciente.

–Rusia, escuchame una cosa, querés?– la puerta de la casa se abrió, Trueno rompió la cerradura, y esperó sentado en la mesa a que los dos adolescentes terminen su trabajo.

–sí, te escucho– ella miró sus labios, los que tanto quería, que los tenía ahora a un centímetro de distancia, pero que eran los de su próximo asesino.

yo sé que si te morís vos, el siguiente voy a ser yo

–yo no me quiero morir– luego, Manuel unió sus labios, recordando el último chape que iba a tener con ella, y ella lo abrazó tan fuerte, tratando de encontrar refugio, un refugio que ya no existía.

–No tenes familia, amigos, nada... ¿cómo vas a querer vivir así? tus únicos amigos, son tus "asesinos"– hizo comillas con los dedos Valen y rió falsamente. él también se había enamorado de la chica, y no podía creer que la estuvieran por matar.

al terminar el beso, Rusia abrió la puerta y salió corriendo, los chicos le gritaron que se detuviera, que estaba haciéndolo peor para ellos, pero la morocha se tropezó con la escalera, y rodó en ella, quedando boca abajo tirada en el living.

los chicos bajaron rápidamente las escaleras, y sus caras se volvieron pálidas al verlo a él ahí. Trueno, por su parte, puso su pie en la espalda de Rusia, ensuciando su remera con su zapatilla, e impidiendo que se pueda mover.

–son unos inútiles– rió este, terminando de comer el sanguchito que había encontrado en la heladera de la morocha.– pero tienen buen gusto, la verdad– comentó, tocándole la cabeza a Rusia.

–¡soltame! ¡soltame por favor!– pidió ella, pero fue en vano. Trueno sacó la pistola de su bolsillo, y se la dió a Manuel.– hago todo lo que ustedes quieran, por favor– suplicó, no podía parar de llorar, y mucho no se le entendía.

– ya nos vas a dar algo tuyo linda, esta casa es hermosa –comentó el mayor de todos, esperando a que Manuel se decida a pegarle un tiro.

este se agachó, y buscó la mirada perdida de la mina en que estaba enamorado.

–te juro, que nos vamos a volver a ver, Rusia

dicho esto, cargó la pistola, apuntando a su cabeza. lo único que se escuchaban eran los sollozos de Rusia, y el intimidante ruido de Trueno que hacía con la boca, simulando ser un reloj.

Manuel, por su parte, pensaba en todas las cosas lindas que había pasado con Rusia, y cómo no le había advertido de esto aquél día en el techo. desearía estar así, ahora. desearía ir y contarle a su vieja que después de mucho tiempo se volvió a enamorar, si tan solo ella no lo hubiera dejado tirado al enterarse que estaba metido en una banda narco, y ahora asesina.

–no puedo, perdón– Manuel le dejó el revólver a Valentín, agarrándose la cara en señal de frustración y echándose para atrás. Valentín, rápidamente le dió la pistola a Trueno, el no pensaba llenar de sangre esa cabellera hermosa que tenía Rusia.

– por favor pibes, no voy a volver a la calle porque ustedes dos se enamoraron de esta pibita.

sin ningún problema, otro ruido de disparo se escuchó. la sangre no tardó en hacerse presente. el pecho de Rusia dejó de subir y bajar tan rápidamente. sus labios estaban hechos mierda de tanto morderlos. ya estaba muerta, nadie se merecía a esa piba.

los amigos se abrazaron, llorando los dos. la piba de la cual estaban enamorados estaba muerta en sus narices.

Trueno, comenzo a bailar por toda la casa, estaba contento de su nuevo hogar.

Manuel no iba a romper su promesa, Rusia se murió. ahora, le tocaba a él.

muertos ; replikHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin