1. Agosto

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Ring ring ring... Sonaba y vibraba sin parar mi celular sobre el buró, aún me encontraba en el quinto sueño -nadie suele llamar a esta hora- dije en mi mente.
Estiré el brazo, lo cogí y contesté torpemente aún con los ojos entre cerrados.

—¿Hola?—

—Hija, pasaré por ti a las 2:00 pm ojalá estés lista, no tendré mucho tiempo, ocuparé mi hora del almuerzo...— era mamá al otro lado del celular, se escuchaba agitada por el trabajo.

—Si por supuesto mamá, estaré lista...— contesté con tranquilidad, aunque en mi mente comenzaba una paranoia.

—Ya has desayunado ¿Cierto?— preguntó preocupada, a pesar de saber cuál sería la respuesta.

—Por supuesto...— mentí.

—Bien nos vemos al rato...— y finalmente colgó.

Miré la pantalla del celular ¡Medio día jo-der! Medio día, mi estómago está vacío y suplicando por comida. Esto ha sido así desde las últimas semanas, me he convertido en la máquina generadora de malos hábitos.

Despertar tarde, ir a dormir cuando va a amanecer, comer a horas absurdas y no hacer nada productivo durante todo el día. Por suerte nadie puede verme, -de cierta manera me tranquiliza-.

Mamá va al trabajo, María va al instituto y Yare a sus prácticas profesionales. Soy yo y la cama, un romance infinito.

Me levanté y bajé rápido a la cocina a preparar algo de desayunar, mientras sacaba un par de condimentos veía en el celular los mensajes que llegaban al grupo de las chavas pues hoy sería la comida de 18 años de Acacia.

Acacia deseaba hacer algo pequeño por su cumpleaños, pero luego se convirtió en la excusa perfecta para hacer una reunión con los colegas y vaya que resultó pues todos confirmaron a la invitación.

Me sentía feliz por ver a las chavas y a los colegas, pero al mismo tiempo sabía que sería un poco extraño, todos están ya en la universidad y a pesar de que tan solo va un mes de clases, sabía que en ese tiempo podrían ya haber pasado un sin fin de cosas.

No quise profundizar mucho en ese pensamiento, aunque tampoco podía ignorar el hecho de que en algún momento llegaran a preguntar sobre mi situación actual, la cuál era bastante patética y deprimente por obvias razones.

Finalmente y luego de un desayuno lleno de reflexión decidí apurar el paso para comenzar a arreglarme.

Salí de la ducha, me vestí con una camisa color beige, unos jeans rasgados y unos botines negros, dejé mi cabello suelto acorde al maquillaje natural que estaba a punto de hacerme.

Ahí estaba yo, lista para el cumpleaños de Acacia. Un ruido del claxon sonó fuera de mi casa, sabía que era mi madre apresurada, pues el tiempo que tenía para pasarme a dejar al salón de fiestas era precisamente exacto.

Salí y rápidamente entré al auto. Todo el camino pasó platicando un poco de su día, lo ajetreado que estaba y la razón por la cuál quería que me apresurara. Después de eso fue colocar el GPS para dar con la ubicación del lugar, que por cierto se encontraba del otro lado de la ciudad.

Después de media hora habíamos llegado.

—Pasaré por ti a las 6:00 me imagino que está bien ¿No crees?— sugirió mirando la hora en su reloj.

—Si, está perfecto...— añadí distraída, estaba bastante nerviosa, después de tiempo vería a Alberto, con quién no había platicado incluso desde la graduación.

Jamás imaginé que nuestro reencuentro sería tan pronto, una parte de mi estaba resignada a no verlo durante un muy largo tiempo, pero el destino conspiró a qué no fuera así.

Después De Decir HolaWhere stories live. Discover now