Capitulo 3: Veiðarhundur (Perro de caza)

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El equipo de Marcus aguardaba para salir, hasta que Urwel avisó de que un soldado solitario se acercaba por el lado oeste de la casa en donde habían hecho el orificio. Dos jóvenes se posicionaron arriba del marco de la puerta donde había una pequeña apertura, dos soldados a los costados y Marcus con los demás esperaron entre la oscuridad.

— Dejen la puerta semiabierta — murmuró Marcus y estos obedecieron abriéndola con cautela, aquél soldado era extraño, estaba encorvado, babeando un liquido verde y su respirar tan espeso como el de un búfalo.

— Capitán, está siguiendo derecho — dijo mientras miraba a su alrededor, en una esquina había jarras de metal colgadas, las golpeó con su espada haciendo bullicio. Aquel soldado miró hacia la casa para dirigirse a ella y los demás se prepararon.

Aquella cosa arrancó la puerta de un golpe, Marcus no pudo creer lo que veía, aquel soldado estaba deformado y era peligroso que los jóvenes se enfrentaran a él, pero era tarde, uno de ellos saltó a su cuello ahorcándolo con una soga y el otro trataba de amarrarle las manos.

— ¡Apártense de él! — el soldado se levantó dando un gran grito ensordecedor al igual que un jabalí — ¡Iegrä, Jhéktö reténganlo! ¡Gjilia, Mirjhöt llamen a...! — El monstruo los lanzó contra la pared destrozándola y las mujeres gritaban desde la otra habitación junto con las niñas.

La piedra que poseía Wurm brilló antes de que pudieran entrar a aquel edificio donde se encontraban las águilas, él poseía dos piedras para saber de perro uno y perro dos, cuando uno de ellos brilla es porque encontró lo que su pastor ordenó.

— Hundur-einn tiene algo, ¡vamos! —todos subieron a sus caballos lo más rápido posible, Wurm intentaba saber dónde demonios estaba el perro dos y si estaba intentando escapar, no de su pastor, si no de su amo y señor. Wurm no era el dueño legítimo de aquel perro y si algo ocurría con su mascota lo pagaba el pastor y se castigaba al animal.

Al llegar al territorio divisó el batallón reconoció desde lejos a Marcus, la mano derecha de la comandante del clan Nilsin y si Marcus estaba allí...

— Ella también deberá estar allí —esbozó una perversa sonrisa— ¡Acaben con ellos y traigan a esas mujeres! —los cuatro grupos que estaban con Wurm atacaron. Marcus no lo podía creer eran bastantes así que llamaron al norte, este y oeste por ayuda.

Los rumores eran ciertos y estos humanos no eran simples humanos, en sus ojos era revelada la maldad heredada; se le hacían daño y volvían a levantarse, sus heridas se zurcían más rápido de lo que el clan Nilsin lo hacía.

— ¡Marcus! — Grito Wurm encarando hacia él

— ¡Gorks, lamesuelas de mierda! — Blandió su espada cortándole la cabeza a otros dos soldados.

— ¡Dónde está Gerdsdóttir! — Sonrió perverso y ambos chocaron espadas.

— ¡Eso a ti no te incumbe, no tienes derecho a nombrarla! — El hierro largaba chispas de la fuerza que ambos emitían. El número de heridos aumentaba y eso a Marcus le preocupaba.

La jovencita de antes, corrió entre medio de los soldados para ayudar a la capitán de las águilas que estaba luchando en el piso con el enemigo encima, saltó sobre de este para luego clavarle en la nuca la daga. Finna la miró sorprendida por la valentía que tenia.

— ¿Cómo te llamas? — Levantó la voz para que la escuche mientras la ayudaba a levantarse.

— Brenda — sonrió — ¿Estás bien?

— Si, gracias — Antes de decir algo más uno de los soldados tomó a la jovencita del cuello y le puso su arma en la cabeza al igual que los demás soldados a los pueblerinos.

La esencia de la guerra©Where stories live. Discover now