Capitulo 6: Aðalatriðið (El punto)

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Lo recostaron en una cama, Lynn le pidió a Seelene y Marcus que se retiraran de la habitación por precaución. «Haré todo lo que esté a mi alcance, mi señora» le dijo a Seelene, «Se que lo harás» pensó ella y no tuvo más remedio que salir. Lynn tuvo una pequeña complicación con sus ayudantes cuando vieron los ojos de Klöud; unos se fueron y otros se quedaron pero eran los suficientes para poder ocuparse de él.

— Boca seca, demasiado seca —dijo uno de los ayudantes y se fijó en sus dedos—. Están blancos.

— Sus músculos se contraen y su piel está reseca — «Deshidratación», pensó Lynn y ordenó a la segunda medida.

Pasaban las horas y todavía no reaccionaba, al contrario, seguía con la misma piel blancuzca y su pulso cambiaba de estar bajo a acelerado, de no emitir ningún ruido a emitir gemidos de dolor. Lynn no sabía que más hacer « ¿Rezar por ti, mocoso?» se preguntaba mientras lo veía. Seelene entró con Marcus tratando de detenerla por detrás.

— Lynn... dime como se encuentra.

— Si sigue así, cada vez más débil, es probable de que muera

— ¿Fue la espada? — Lynn asintió.

— La potencia y más en donde se la situó fue como caer desde un barranco y golpearte con una piedra — Seelene pidió que la dejen sola con él.

Se acercó y lo primero que hizo fue voltearlo para mirarle la nuca, «Revélate» susurró al tocarle y se manifestaron tres runas juntas, una debajo de la otra, ella negó sonriendo «Mierda, tenias razón, Stark. Me traes problemas».

Ella se retiró de la habitación no sin antes pedir a Lynn y a Marcus que lo mantuvieran vigilado al muchacho. Horas después Seelene dejó un mensaje en manos de unos de los soldados para que si alguien llegara a buscarla o preguntar por ella diga que se fue de viaje con uno de los ancianos en visita de alguien.

Había dos verdades si se fue de viaje y si iba a ver a alguien, ¿pero a dónde?

« Hubiera sido genial si te hubieran contado como era aquel lugar», dijo ella mientras trataba de hacerse una trenza por si misma

« Esas cosas jamás se deben contar» a menos que le tengas mucha confianza a alguien para hacerlo «Solamente ellos dos saben cómo es allí» le contesté.

¿Qué lugar?

Un mundo tan hermoso como espantoso que solo tú puedes transformarlo o destrozarlo. El punto en donde escuchas todo y nada a la vez, donde sientes todo y el vacio como lo es. Un atardecer sin sol pero a la luz la ves.


Al abrir los ojos Klöud se encontraba recostado sobre las piernas de alguien que le tarareaba mientras le acariciaba suavemente la cabeza. La brisa cubría su rostro, el césped le rozaba la palma de su mano y una luz se asomaba curiosa por el rabillo de su ojo. Se sentía en paz.

Tenía la necesidad de voltear para ver quién lo tocaba tan dulcemente sin tener temor, sin pensar que era un monstruo, que era alguien igual a esa persona. Ese ente lo tenía ahora a Klöud allí, indefenso, notando que entregaba su alma destrozada de tanto azotes, de tanto insultos, de tanta maldad por parte de los humanos y de quienes tienen poderes. Así que en un esfuerzo tomó aquella mano desconocida y la entrelazó con la de él, no quería soltarla, quería quedarse así para siempre con aquella persona que lo aceptaba y le otorgaba paz.

— No te vayas —le suplicó en un susurro.

No lo haré — dijo aquella dulce voz y él sonrió.

Iba a cerrar los ojos de no ser por un aroma indescriptible lo atrajo, observó al horizonte del campo y divisó la silueta de una mujer en un vestido tan blanco como la nieve, sus ojos azules captaron toda la atención de él, eran tan azules como las flores que los rodeaban y tan peligrosos como el mar en una tormenta. Quedó unos metros de él, su semblante no expresaba nada.

La esencia de la guerra©Where stories live. Discover now