Capitulo 3.1: Blanco y rojo; rojo y azul.

12 1 0
                                    

— Te di la oportunidad de irte y mira como terminas, escoria de mierda — Dijo Seelene al tener a Wurm tumbado en el suelo aplastándolo con su pie para que no se moviera, Wurm se reía y le escupió en la cara aun estando en el borde de la muerte.

— Le quitaste la mascota al rey, cuando se entere, vendrá por él y te matara a ti así como lo hizo...

— ¡CÁLLATE! — Exclamó Seelene clavándole más la espada — ¡DIME QUIEN ES ÉL Y COMO LO OBTUVIERON!

— ¡Pagarás por esto zorra de mierda, no olvides quién eres! ¡UN MONSTRUO! ¡AL IGUAL QUE ÉL!

— Los únicos monstruos aquí son ustedes — Le cortó el cuello con la espada de Finna. Ambos volvieron hacia donde estaba ella, un soldado levantó la mirada hacia ambos moviendo la cabeza en negación señalando así que ella no iba a poder llegar viva, Seelene se arrodilló ante la joven cuya piel se tornaba nívea y su cabello azabache seguía combatiendo con la blancura de la nieve.

— Comandante, mi majestad, siento mucho no poder regresar a casa con usted, mi señora— tosió sangre y entre lágrimas trataba de no desperdiciar cada segundo en ver aquellos cerúleos ojos de su reina.

— No digas más Finna Arendóttir, estoy orgullosa de haber tenido una guerrera tan tenaz y leal en este clan como tú, tus ancestros y nuestro padre te van a recibir para llenarte de gozos. Por ti no bajaremos la guardia y por ti este día no fue en vano — Todos gritaron elevando sus espadas y las lágrimas de aquella joven eran de felicidad de haber servido su pueblo.

— Gracias, mi señora, larga vida para ust... — A media cortesía sus ojos se tornaron opacos, todos agacharon la cabeza otorgando unos minutos de silencio. Bajo la lluvia, que cubría la melancolía del alma, se escoltaba el cuerpo caído de una gran guerrera Nilsin hacia la base.

Tenía que ser honorable su despedida, «honrada hasta que llegue a la tierra elegida para ella», eso pensaba Seelene y lo sabía perfectamente al igual que aquel cuervo que estaba revoloteando de árbol en árbol.
La suave brisa hizo que ella desvíe su mirada a la izquierda en donde Marcus llevaba al muchacho como si un cerdo carneado se tratase, sus manos temblaron al recordar aquel voraz fuego saliendo de las manos de él y no comprendía cómo pudo aliarse con aquellos humanos. No. No se alió, sino no lo tratarían de aquella forma: un animal, un objeto, una escoria que a la vez podría servir de algo, un monstruo; uno que no lo miran a los ojos porque es diferente a ellos, que se horrorizan de saber cómo es, que lo aborrecen por no ser como ellos « ¿¡Quién es el verdadero monstruo, quién lo etiqueta o ya está etiquetado!? ¡Quién!»

— ¡Seelene! — Exclamó Marcus al ver como ella congelaba la soga y el frenillo del caballo poniéndolo nervioso a este. Ella lo soltó bruscamente al escucharlo relinchar, confundida le quitaba la escarcha antes de que se altere más.

— Lo siento, Gullfaxi — Le susurraba acariciándole la mejilla — Lo siento mucho.

— ¿Qué fue eso? — Pregunto Marcus, Seelene hacia como si no lo escuchara para no responderle — Seelene, ¿Qué fue eso?

— No fue nada, solo me distraje.

— Mientes ¿en qué estuviste pensando?

— Dije que nada y ya no hables — No iba a decir nada, aunque eso no la iba a salvar de la insistencia de Marcus después de que lleguen al aquelarre.

Se parecía a un gran castillo, uno que lucía abandonado y eso era más que brillante para ocultar un gran ejército, « ¿Grande?» repetiría nuevamente mi amiga somnolienta a mi izquierda, « ¡Gigantesco!» me corregiría exageradamente con un bostezo. Y así fue, pero ¿cómo podría ocultar todo eso, si estaban en guerra? La construcción, al igual que la gran estructura de castillo abandonado, era tan precisa como el fino hilo de la tela de la araña.

La esencia de la guerra©Where stories live. Discover now