14 ¡Malditos! ¡Quiero otra misión!

60 2 6
                                    

¿Por qué me tenía que tocar una en la que las cosas que se suponía que constituían una parte importante en mi misión, a la que había salido debido a una amenaza de una señora súper tétrica, desaparecían? 

Eso era bullying hacia mi persona. 

¡No era nada justo! 

Laya se adelantó, dando pasitos como si fuese una maldita niña pequeña, y extendió el dedo para tocar la vitrina. 

Yo fruncí el ceño, aunque a Manuel le pareció un gesto súper interesante, e incluso se acercó y empezó a tocar el cristal que se suponía que estaba cubriendo la vasija que habíamos venido a ver. 

¡Como si eso fuese a hacerla aparecer de repente! 

Resoplé, mientras me cruzaba de hombros. Idiotas... 

"Vaya, por fin usas tu sentido común" comentó la voz de Cyrus en mi mente. Yo pasé a mirarlo con la ceja arqueada. Oye, estábamos al lado, de hecho, estaba en mi hombro, y me seguía hablando con telepatía. 

-No hay nadie alrededor, puedes hablar- respondí entre dientes, cruzándome de brazos. 

-Luego eres tú el que se queja de que no debería hablar en público- contestó él, y me parecía que, si hubiese podido, se habría cruzado de brazos. 

Mala suerte no tener brazos, ¿eh, pavo? 

-Estamos nosotros dos solos junto al par de idiotas- comenté yo, señalando que Laya y Manuel continuaban manoseando el cristal. 

El rubio pareció haber captado mi comentario, y me miró con el ceño fruncido. 

-Tú eres nuevo en todo este asunto de los dioses, pero Laya y yo tenemos mucha experiencia- comentó él. Bueno, la verdad es que no se le entendió al primer momento puesto que había hablado con el maldito palito en la boca, pero ya os traigo yo la traducción.- Los dioses hacen eso bastante veces. 

-En verdad, ahí no hay vasija- respondió Cyrus, interrumpiendo las manos de la pareja de idiotas.- Pero ha sido un buen intento. Luego, quizá más adelante, hasta funcione. 

Yo sabía que lo decía un poco de compensación, así que no pude evitar sonreír. Así que por fin me daba la razón el maldito pavo de las narices...

"No te equivoques" y tuvo que estropearlo todo con esas palabras. Se podía ir completamente a la mierda. 

-Pero, si no hay vasijas, ¿qué hacemos?- preguntó Laya, con la ceja arqueada. De verdad, ¿era yo, o la chica cada vez demostraba que estaba perdiendo aún más neuronas? 

Le debía de estar afectando bastante el jet lag a pesar de haber dormido un montón la noche anterior, porque no era normal que tuviese tal pérdida de lógica. 

Manuel suspiró, empezando a rascarse la nuca. 

Por supuesto, él había sido el que había insistido para ir a donde las puñeteras vasijas hasta el punto de que llegué a creer que si no lo hacíamos le daba un maldito ataque al corazón. 

-Eh...- emitió, mordiéndose el labio.- Creo que puedo hacer algo para solucionar esta pérdida. Aunque necesito hacer una llamada. 

¿Llamada? ¿Para qué? 

-¿Una llamada? ¿A quién? ¿Acaso tienes algún contacto por aquí?- cuestionó Laya, agarrando el brazo del rubio.

-Un poquito lejos, pero sí, en este país- aseguró el rubio.- O al menos, por el momento. 

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Nov 02, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

La cabaña de HeraWhere stories live. Discover now