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En Daegu por trabajo


Lo malo de pedir días libres es que cuando vuelves al trabajo, el jefe quiere matarte y es peor cuando es tu amigo. Frustrado asentí al sermón infantil de Namjoon y un minuto después me harté.

—Vas a tener tu investigación, hombre. Simplemente hemos coincidido un poco y ya está —él preocupado me había dado una charla del por qué no hay que dormir con la basura que te da de comer. A veces Nam podía ser cruel pero jamás diría que es una mala persona—. Cálmate.

Nam bufó.

—No me quieras ver la cara, porque te conozco, tienes ese brillo en los ojos y esa sonrisa de idiota.

Me reí divertido.

—No diré nada.

Creía que Yoongi y yo habíamos tenido sexo y la realidad es que sí. Podía quedarse tranquilo por un tiempo, en cuánto a intensidad, no estaba seguro.

—Haz tu trabajo y no jodas el mío. Una demanda —me apuntó severamente enojado—, y te vas, Jimin.

Sin tomarlo en serio asentí con la sonrisa más burlesca que tenía.

—¿Ya puedo irme, a hacer mi trabajo, genio? —asintió cruzado de brazos y sin despedirme ni nada caminé a paso seguro y calmado fuera de su oficina.

La secretaria, esa misma que me delató con él por lo de antes, me dio una mirada. La maldije en silencio y seguí mi camino.

En casa, tomé mis cosas y teniendo especial cuidado de tener mi pasaporte, pedí un auto y me fui al aeropuerto.

—Hola mamá, ya aterricé y del mismo aeropuerto le mandé flores. Voy a reunirme con mis contactos y cuando esté más desocupado te llamo. Te quiero —dije grabando un audio y enviándolo.

Tiré el celular a la cama y cogí la toalla para darme un merecido relajo en el lujoso baño. Veía esas mierdas sólo cuando viajaba porque a pesar de tener un buen vivir, esto era demasiado. Una bañera con un gran ventanal a la mejor vista del moderno Daegu. Claro, nadie quiere enterarse de las casas hacinadas al otro lado de la cuidad.

Tenía un pie dentro del agua espumosa cuando el celular vibró.

Quejándome fui en su búsqueda y realmente no estaba sorprendido cuando leí su nombre.

—Yoongi —murmuré, sonriendo.

—Oye —lo escuché decir directo al grano—. ¿Hyuna está en la galería de arte hoy?

Frunciendo el ceño me sorprendí.

—No lo sé, debería —dije—. ¿Por qué?

Susurró algo y no escuché más. Debería preocuparme pero...

Lanzando el celular por segunda vez, y esperaba que fuera la última, me di ese relajo tan merecedor. Salí al rato y vestido como todo un modelo, dejé el hotel.

No tuve que caminar mucho porque ya estaba en el centro del lugar, el centro de la vida nocturna ahí. Era gracioso pensar que los asiáticos eran tranquilos y decentes, como si hubiera una diferencia importante con los estadounidenses o los europeos. Parejas jodidamente devorándose, borrachos chillando de la risa y algún olor conocido por ahí también.

—Oye—le dije al gorila en la entrada del club, esperé afuera con la mirada del tipo estudiando mi ropa.

—¿Estás en la lista? —preguntó con su voz de rudo.

bajo su piel ❀ jimsuWhere stories live. Discover now