❝ epílogo ❞

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Un día, un día que hacía frío y había llovido toda la mañana. El hielo te calaba los huesos. El techo de la entrada de un restaurante no alcanzaba para calentarse, apenas tapaba el agua torrencial y eso tampoco importaba mucho.

Min Yoongi, de doce años, detestaba los días lluviosos.

-Tae, estoy congelado -dijo él tiritando mientras se abrazaba así mismo.

Odiaba más quedarse bajo los techos, porque podía ver las familias felices comiendo una cena caliente y compartiendo momentos felices. Él no es envidioso, solo extraña mucho a su mamá.

Tae lo abraza más fuerte, cerrando sus ojos y subiendo una mano para acariciar el cabello húmedo de su amigo.

-Ya va a pasar. Podemos pedir algunas monedas y comprar un café. Podemos compartirlo -dijo temblando Taehyung.

Lo tranquiliza sabiendo a ciencia cierta que en una hora más seguiría la lluvia, quizás hasta la noche y tendrían que ir a un refugio para no morir de hipotermia. Quizás mañana por la mañana cesaría la lluvia pero el gélido que sigue después es insoportable.

Y ellos aún seguirían en la calle, de todos modos, no importaba si era el techo del restarante o en las esquinas de los callejones de mala muerte.

A veces Yoongi deseaba muy fuerte, morir de frío o morir de hambre, lo que sucediera primero. Habían días malos, a veces eran peor que eso, así que no importaba un carajo donde se taparan de la lluvia, en todos lados era la misma porquería.

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El edificio es hermoso. El sitio está bastante repleto y apenas se puede transitar con calma. Los murmullos inundan el local.

Las altas paredes tienen expresiones de color, hay paisajes con estilo japones y un atardecer que creo recordar. Hay muchos más. Creo que hay muchos años en estas obras. Tengo que dar una vuelta de todos modos así que camino mirando con detenimiento.

He visto de reojo que hay un muro con un par de personas, me puedo ver de reojo, son los retratos pero decido que ese es el final. Todo lo bueno llega al final.

Identifico al pintor. Luce reluciente y eso que ni siquiera lo he visto directamente. Estoy escondiéndome como un maldito cobarde.

-Eres un maldito cobarde, Park Jimin.

Habría dicho él, lo dijo hace tres años cuando me escupió y me recriminó.

Tenía la cara hinchada de tanto llorar. Mi corazón y el suyo estaban hecho pedazos.

Sé que fue todo mi culpa, sé que de no amar tanto mi trabajo me hubiera detenido a tiempo, o simplemente hubiera sido honesto cuando lo debía haber sido en ese momento.

Es demasiado tarde para sentir esta pena. Han pasado muchos tiempo, tres años es mucho tiempo para pensar, sintiendo demasiado y culpándome una y otra vez. Soy completamente una persona diferente ahora. He tenido que aprender de todos los errores que alguna vez cometí.

Caminé un poco más dándome la vuelta definitiva, localizando a Yoongi conversando con un par de personas.

Le doy una mirada por completo. Está hermoso, trae el cabello verde menta y un traje negro hasta los pies. Me humezco los labios un poco afectado del magnetismo de irradia su presencia.

Entonces avanzo al final del recorrido, llegando a las pinturas ya conocidas con mi rostro. Es otro Park Jimin. Yo también traigo el cabello distinto, más largo.

Creo que el look de hijo de puta no me quedaba muy bien.

En total hay cuatro retratos míos. Hay uno en especial que se puede ver muy melancolico, soy yo mirando el paisaje en un balcón en alturas, las montañas y las luces de la vida nocturna frente a mí, pero estoy dando la espalda. No estoy mirando al espectador. Tengo el presentimiento que esta pintura es la que usó para olvidarme y avanzar.

Estaba tan absorto estudiando fijamente que cuando escucho un suspiro profundo a mi lado me volteo sorprendido. Es él, está mirando sus obras. Se queda estático, no me mira, y no necesito que lo haga. Sé que sabe que estoy aquí a su lado. Despego mi mirada de él y la devuelvo a la pared dándole otro vistazo al Park Jimin de las memorias de nuestra historia.

-¿Sabías que casi quemo esa de ahí? -me cuenta sin mirarme, dando otro suspiro pero este fue más rápido.

No me sorprendo. Yo le pedí que hiciera lo necesario para avanzar y olvidarme.

-Recuerdo que la terminé y estaba jodidamente furioso contigo, sobretodo por verte tan caliente en algo que yo mismo pinté.

Suelto una carcajada espontánea porque me hizo mucha gracia.

-Lo lamento -consigo decir con la voz apretada, tosiendo bajo mi codo y volviendo a hablar-, sabes que lo siento mucho, pero ese lo siento era por lo que dijiste...

Yoongi finalmente se gira a verme, apoyando en una pierna y con una mirada amistosa.

Sus ojos se volvieron más expresivos. Los rasgos suaves se rezaltaron. Es aún más hermoso.

Me sonrió de lado debilmente.

-Lo sé.

Me giré completamente hacia él y con la sensación de dejavu le digo:

-Soy un escritor en el diario local del distrito, el encargado del área de cultura está intoxicado, así que me mandaron a mí.

Levanto mis hombros.

-No hay preguntas esta vez.

Me sostiene la mirada y yo estoy perdido, condenadamente perdido. Dándome un gesto divertido también se gira y se acerca un paso, solo un poco más cerca.

-Supongo que no puedo ser un idiota arrogante entonces, pues ya sabes qué te habría dicho -murmura en complicidad.

Estoy de acuerdo con él y sonrío. Nos quedamos ahí, observando nuestra historia en sus pinturas.




fin.

bajo su piel ❀ jimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora