01. -Una tarde de 1692-

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                       22 de Septiembre de 1692.

    Fue una tarde de primavera, mi hermana trenzaba pequeños mechones de mi largo cabello negro azabache, todas las tardes recorriamos el mercado en busca de frutas, excepto esa tarde... era la primera vez que asistimos a un juicio de brujas, mujeres condenadas al ahorcamiento, a sufrir una dolorosa muerte asfixiadas.

Eran ocho, y entre ellas estaba mi abuela, Margaret Scott, así es, una mujer cercana a Margaret  habia confesado que ella y Margaret se habían vuelto invisibles para golpear al capitán Wycomb con un palo, un evento que el afirmó como sierto. Absurdo sierto? Ella a pesar de las acusaciones se mostró siempre firme a su decisión de que era inocente, además de eso ella había tenido 7 hijos del cual la única mujer ,su último hijo, era nuestra madre, lamentablemente 4 de ellos murieron antes de la adultez incluida nuestra madre quien murió cuando me dio a luz, a eso le concideraban tambien como un pacto satanico ya que pensaban que vendia las almas de sus hijos al diablo en forma de alabacion, sólo 3 de los hermanos lograron llegar a la adultez, pero se dejaron el pueblo cuando mi madre murió, nos dejaron a mi hermana y a mi solas con mi abuela hasta el día 22 de Septiembre de 1692 cuando murió.

A partir de ese dia nos cuidamos entre nosotras, teniamos una exelente memoria para recordar todo, ademas adquiriamos conocimientos muy rapido sobre distintas plantas de las cuales podiamos usar para curar heridas, desinfectar, aliviar los dolores, etc. Tratamos de mantenerlo en secreto o de lo contrario nos acusarian a nosotras tambien de brujeria. Solo unos pocos sabian de nuestras hablilidades, personas de confianza.

Aprendimos a cuidarnos entre nosotras, a trabajar desde pequeñas, a sobrevivir solas y sin compañeros, las personas del pueblo nos tenían lastima y nos traían envuelto en un pequeño trozo de tela un poco de pan, otras veces caldo de pollo, y así sucesivamente, pero la pregunta era "¿Porque tener lastima? ¿Acaso ellos no gritaban que las colgarán a todas?" Nicholas Noyes, un clérigo, volvió  su mirada hacia los cuerpos suspendidos de las víctimas y dijo: «Qué triste es ver ocho tumbas de infierno colgando allí». Justo frente a nosotras, justo frente a los cuerpos de mujeres inocentes que sólo eran parteras o alguna de ellas como mi abuela hacia medicamentos con plantas y flores, anticonceptivos o compresas, pero lo veían de otra forma, estaba mal que una mujer hiciera ese tipo de cosas, las mujeres debíamos únicamente servir a los hombres, limpiar, cocinar, cocer y criar a los niños, eso les enseñaban a las demás niñas, pero a nosotras no, Margaret nos había enseñado que nos hiciéramos valer, que no existimos solo para complacer a un hombre, existiamos para vivir y aprender a amarnos sin tener reglas bajo nuestra propia vida. 

Sin embargo, a pesar de habernos quedado solas pudimos con todo, con sólo 13 y 15 años.


Una trágica historia de amor.Where stories live. Discover now