10. -El pesar de sus palabras-

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La nuevamente cayó sobre nosotros, todos parecían dormir aunque no parecían estar muy seguros, al menos yo no lo estaba, me arriesgue a tomar mi capa y vestirme con mi único vestido. Trate de salir por la ventana cosa que no fue difícil ya que la casa era de una sola planta y la ventana no era alta. Los caballos permanecían en el mismo lugar donde los había dejado Pressly, un corral poco viejo pero estable, saque a mi compañero del corral después de ajustar sus riendas y trate de colocar la montadura de Pressly pero estaba muy pesada y el caballo muy alto asique la dejé a un lado y me subí sobre un tronco para montarme sobre mi gran amigo.
Tome sus tiendas y salimos del terreno por el mismo camino por el que vinimos en el día.
No había mucha luz de Luna ya que en el cielo comenzaba a pintarse de un color gris, era fácil saber la luz de la luna se esparcia por las nubes y hacían que estas brillaran.

Mientras avanzaba sentía que no iba a llegar a ninguna parte, que no había un destino al cual llegar, pero aún así no quería dejar de avanzar porque sabía que iba a llegar hasta donde quería. Pero una llamarada de alzaba entre las copas de los árboles medios pelados. Trate de no acercarme demasiado las gotas de lluvia comezaban a caer asique subí mi capucha para cubrir mi cabeza, la cabaña donde vivíamos estaba completamente prendida fuego, las copas medias vacias de los arboles tapaban un poco nuestra figura, pero aún así las gotas enzima de mis hombros y cabeza brillaban por el resplandor de las voraces llamas, ahora comprendía que tan lejos podía ir Matilde Pressly, cada vez la lluvia caía más, al principio como un velo blanco pero después comenzó a aumentar, esa fue un señal para volver, no quisiera enfermarme ni yo ni mi caballo.

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-A dónde irás Thomas? Ya no queda nada aquí, no lo entiendes? -se rió sarcástica Matilde.
La lluvia comenzaba a caer más fuerte, como pequeños rayitos chocando en su traje azul oscuro, los mechones negros y ondulados se pegaban en su frente, su pómulo izquierdo, labio y ceja derecha estaban golpeados los finos hilos de sangre de mezclaban con la lluvia al igual que las traicioneras lágrimas. Sus ojos de mantenían fijos en la cabaña completamente incendiada, las flameantesllanas deblraban con ferocidad cada rincón de la cabaña, a pesar de la lluvia en fuego no se extinguia. Thomas se mordia el interior de su mejilla tratando de despertar de la pésima pesadilla que estaba viviendo.
Momentos antes Thomas había logrado escapar, pero Matilde había sido más astuta, los guardias que había contratado ella misma estaban por doquier, grupos de a cuatro en cada rincón Thomas logró luchar con todos los que se metían en su camino no sin antes recibir unos golpes de regreso.

-Ya superalo, la maldita esta muerta, fin. -aunque Matilde sabía perfectamente que eso no era completamente sierto si no tenía su cuerpo frente a sus propios ojos.

-Debería matarte con mis propias manos -susurro Thomas, un susurro que Matilde claramente escuchó, Thomas cerró sus manos en forma de puños. -pero...

-Pero no lo harás. -completo Matilde con arrogancia.

-Sabes porque? -preguntó el.

-Porque soy vital para ti -respondió con grandeza sonriendo ridículamente.

-Porque entre tu y yo hay una gran diferencia -volteó un poco su rostro para mirarla de reojo. -No soy un asesino psicópata con una gran obsesión. -relajo sus puños pero no su madibula la cual se mantenía tensa y marcada. -Sabes cuánto me pesan tus acciones? Tus miradas? Sonrisa y arrogancia? Crees que la vida no vale nada cuando vale mucho, quitas las vida de una inocente para apoderartede algo que jamás será tuyo hagas lo que hagas.

-Aveces aunque no te apoderes de lo que quieres debes hacer sacrificios para que los demás tampoco lo obtengan.

-No, no hay que hacer ningún sacrificio por nada, es mejor dejarlo pasar de lado porque muy en el fondo sabrás que jamás serás feliz con ello porque la conciencia te pesara tanto que no podrás concentrarte en ser feliz.

-Yo seré feliz si estoy contigo. -respondió Matilde más que segura.

-Felíz? Jamás seremos felices, porque jamás habrá un nosotros. -Thomas apretó los dientes, si había un un felices juntos sería con Julieta.

-Alguna vez te preguntaste como me sentía? Mis sentimientos por ti? Mi Estado de humor?...

-Si! Todos los días me lo preguntaba! Mi decisión era firme, estaba seguro de que me casaría contigo, crecí a tu lado y al de tu hermano, crecí viendo tu rostro todos los días desde pequeña hasta cuando maduraste nos separaba la poca diferencia de edad que tenemos pero eso no era problema. El problema fue que me trajiste a este pueblucho, y ese fue tu peor error, no esperaba encontrar al verdadero amor de mi vida aquí mismo, pensé que lo eras tu pero luego me di cuenta de que sólo te veía como una amiga con la que crecí y le tomé un cariño fraternal. Sólo eso. Pero ahora me arrebataste lo único que me hacía e iba a hacer feliz. Revelaste un lado mostruoso que nisiquiera tu sabías que tenías sólo por celos, por no aceptar mi felicidad.

-No, no pensaste en mis sentimientos si hubieras pensado en ellos no te habrías enamorado de una cualquiera -Matilde tapó su rostro con sus manos sin dejar de mirar a Thomas, sus lágrimas caían y sus sollozos trataba de ahogarlos entre sus manos.

-No puedo pensar en ti todo el tiempo, no sería justo para mí si no pienso en mi mismo, no todo gira entorno a ti Matilde. Está vez, no se trata de ti, se trata de mí y sólo de mí.

-Cásate conmigo Thomas. -Matilde bajo sus manos, las gotas de la lluvia recorrían las curvas de su rostro y se mezclaban con sus lágrimas.

-Jamás. -respondió caminando por su lado para montarse a su caballo e irse de ese lugar.

Una trágica historia de amor.Where stories live. Discover now