Capítulo especial: La cena

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El viento soplaba fuerte en el desierto, levantando polvaredas de varios metros de altura, azotando los ropajes de la figura humanoide, la única forma de vida que parecía haber en ese paraje. De repente, de la espalda de la figura surgieron dos protuberancias que se transformaron poco a poco en alas, unas enormes alas de mariposa de intenso color fucsia. De repente, un olor de rosas emanó de la figura y cuando las alas se abrieron por completo, con fuerza, el viento cesó.

Aros Akumu abrió por fin los ojos, que había mantenido cerrados para protegerlos de la ventisca. Observó el paisaje que lo rodeaba, buscando algún indicio de lo que estaba buscando, pero todo eran dunas de arena y un silencio sepulcral. Aros entrecerró de nuevo los ojos y usó sus poderes para orientarse.

—Veamos... ¿Dónde está la zona del inconsciente?. Ya veo.

El demonio empezó a desfilar por el desierto, siguiendo la dirección que le marcaban sus sentidos. Cuando por fin detuvo sus andares, se encontró delante de una fortaleza de piedra, al estilo de los castillos medievales. Como asumió que no le abrirían la puerta por mucho que llamara, se elevó en el aire y rodeó el edificio, buscando algún sitio por donde entrar. Encontró una pequeña hendidura en una ventana. Habían sido cubiertas con tablones de madera, después de que los cristales se rompieran, pero había una pequeña fisura entre la madera y Aros se transformó en una pequeña mariposa para poder pasar.

Una vez dentro del castillo, la mariposa sobrevoló los diferentes pasillos, intentando siempre dirigirse a las entrañas de la fortaleza, pues sería el lugar más lógico para resguardarse. El castillo era repetitivo, la arquitectura se repetía siguiendo un simple patrón y las habitaciones se fundían las unas con otras sin ningún sentido. La decoración se había vuelto grotesca debido al miedo. Aros usó sus poderes de nuevo, para cercar la pequeña forma de vida que buscaba y sus sentidos lo guiaron a una pequeña puerta, oculta bajo el hueco de una escalera. Se empequeñeció aún más y se metió por el agujero de la cerradura. Una vez dentro de la estancia, soltó su aroma a rosas, dulce y tranquilizante. El pequeño bulto que estaba dentro dio un profundo suspiro, mientras sus músculos se relajaban. Abrió los ojos poco a poco y observó la mariposa, debatiéndose entre el hechizo y el terror que sentía la boca se abrió sin saber que decir. Aros decidió dejarla desfogarse y bajó la intensidad de su hechizo.

El grito surgió de los labios de la chica, retumbando en la sala vacía, hasta que la voz le falló y lloró en silencio. Aros esperó pacientemente a que la pequeña se calmara.

—¿Qué... ¿Quién eres? —la chica lo miró por primera vez, asustada y olfateó el aire.— Eres.... ¿un Morador? —Aros revoloteó delante de ella y esparció su polvillo que creo formas de colores en el aire. La chica rió al verlo y se tranquilizó un poco. —Has venido a ayudarme ¿Verdad? Yo... no se como salir de aquí.

Aros se detuvo, se poso en el suelo y recuperó su forma humanoide. Se quedó quieto durante unos instantes, esperando a ver la reacción de la chica, pero no se inmutó, ella también era cambiaformas.

—Si que podemos salir de aquí, sólo tienes que creer en ello. Estamos dentro de tu mente y aquí tu es donde mandas. ¿Recuerdas lo que te pasó?

—Yo.. —la chica frunció el ceño por el esfuerzo, pero se irguió de su postura y se sentó— estaba con mis padres, de vacaciones ¿Verdad? Fuimos... si, fuimos al desierto y... —se concentró por el esfuerzo, cerrando los ojos intentando recordar— ¡El escorpión! Un escorpión me picó. Y entonces, solo recuerdo arenas movedizas y tormentas de arena... me refugié aquí.

Aros asintió— Es una raza muy venenosa, provoca alucinaciones y sueños perturbadores, pero tus padres te llevaron rápidamente a casa y los médicos ya han eliminado el veneno de tu cuerpo.

Lovely Sweet Hell (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora