CAPITULO 6: Invisible

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(Tyler)

Esto ya me llegaba a asustar. ¿Ahora acaso me sentía? Retrocedí unos pasos hacia atrás mirándola, esperando que sus ojos fueran hacia mí y me viera. Pero ya saben cuál fue su respuesta, esta miró a los alrededores extrañada y luego siguió su camino. Yo miré mi mano un largo minuto. No había sido solo ella la que lo había sentido, yo también lo había hecho. Había sentido la suavidad de la tela de su saco... perdón, suéter blanco.

Ni tenía la menor idea de por qué le había tocado el hombro, me había dado pena la forma en que se tensó cuando Lauren la miraba de esa manera que lo hacía con las personas que estaban en su lista negra —desgraciadamente Haley había sido escrita—. Cuando la vi flagear ante esa mirada, no sé bien por qué me acerqué más a ella y coloqué mi mano en su hombro, sabiendo muy bien cuál sería la respuesta. Me sorprendí al ver que no fue la que esperaba, sino al contrario, Haley había sentido mi mano en ella.

Busqué a la dueña de mis pensamientos y esta había desaparecido de mi vista. «Parece que no será tan fácil como pensé», me dije mientras comenzaba a caminar, no podía estar tan lejos. Así fui caminando por los pasillos, en estos podía notar cómo la mayor parte de las chicas estaban con los ojos hinchados, otras con pañuelos en la nariz y unas cuantas estaban llorando desconsoladamente abrazadas a sus amigas.

Yo las miraba a cada una con una sonrisa de rey. Esto era una de las mejores cosas que me habían sucedido. Saber que les importaba a esas chicas era grandioso. Entre el tumulto de gente vi como entraba Mark en el pasillo. Este estaba con unos auriculares puestos, manos en los bolsillos de sus pantalones café oscuro que le llegaban hasta las rodillas y una camisa holgada, con rayas pequeñas blancas y celestes. Ese era Mark Ross.

Me quedé ahí mirándolo, este estaba en su mundo. Me pareció extraño verlo escuchar tanta música, Mark era el tipo de hermano que nos regañaba para que bajáramos el volumen diciéndonos que nos íbamos a quedar sordos para el resto de nuestras vidas.

Pude notar como todos en el pasillo al verlo se voltearon a su dirección. Este no lo había notado hasta que al alzar la vista se quedó quieto un instante, mirando hacia los lados, mientras que los espectadores bajaban la mirada avergonzados. Cuando Mark ya había mirado a cada uno de los presentes, volvió a retomar su camino a su casillero. Yo sin dudarlo me encamine con él.

Caminamos juntos, aunque él no lo supiera. Me sentí como la semana pasada cuando llegaba al instituto con mis hermanos. Por un leve instante, aunque lo aproveché al máximo. Mark llegó a su casillero, lo abrió y metió su mochila dentro sacando algunos cuadernos. Cerró la taquilla de un golpe. En ese instante apareció la cara de una chica, era esa tal... ¿April? Sí, April se llamaba.

—Me tienes para lo que sea, Mark —le soltó esta rápidamente y se colgó en su cuello abrazándolo, parecía que ella iba a romper a llorar en ese instante.

Esa era April, la mejor amiga de Mark. En realidad, yo siempre he tenido mis suposiciones con respecto a esa chica. Era muy extraño que siempre estuviera pegado a él y nunca hubiera pasado nada.

En realidad, yo no creo en el tema ese de tener a una mejor amiga, que ni uno de los dos guste del otro y que solo sean "amigos". No, eso no existe. O bueno en mi caso no podía suceder, no me era posible ser amigo de una chica sin tirármela antes o después.

Mark le respondió al abrazo. Estos dos estuvieron largo rato de esa manera.

—Gracias April, lo tendré en cuenta.

—¿En cuenta? Lo siento, tío, pero hoy te vienes a mi casa, creo que te hará mejor despejarte. ¿Te gusta la idea? Para olvidarnos de todo —esta sonreía, no podía negarlo, esa chica era de-li-cio-sa.

Mi Ángel Guardián I : La verdad dueleWhere stories live. Discover now