CAPITULO 10: Narco

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(Tyler)

Por fin llegamos al instituto. Haley no había querido hablarme en todo el viaje porque le daba vergüenza el episodio que había pasado, pero yo le decía que a nadie le interesaba para nada. Quizás alguno lo contara en su casa para reírse, pero hasta ahí llegaría. Pero esta, como ya ven, hacía ver que no me veía, ignorándome.

Yo iba al frente de ella caminando hacia atrás, con mis manos adentro de mi boca haciendo caras raras y deformándome el rostro para que riera o hiciera algo. Y el resultado de Haley fue mirarme como si fuera un insecto.

—No puedo creer que quieras que crea que eres Tyler Ross, si estás haciendo eso —se burló, aunque sí conseguí que sonriera.

Perfecto. Volví a mi lugar, al lado de esta, gruñendo. Ella no conocía al verdadero Tyler Ross, por eso no podía reconocerme. En el camino vi a Simon Adams que estaba hablando con el entrenador Whitey en el pasillo. Lo que me faltaba.

Cuando Simon vio a Haley, se despidió del entrenador y venía hacia aquí. Haley sonrió en señal de saludo.

—Tenemos que ir con Narco Haley —le dije para ahorrarme su charla con Simon.

Esta ni me miró. Se acercó hacia él, como para que desapareciera de una vez.

Solté un suspiro cansado. Esto iba a ser difícil.

Pero al menos sabía que si ella quería jugar sucio yo también lo haría.

(Haley)

—¿Cómo te fue con las cartas? —me preguntó Simon mientras se apoyaba en uno de los casilleros que teníamos a nuestro lado.

—Las terminé, pero no sabes lo tarde que tuve que quedarme —respondí soltando un suspiro cansado para dejarle claro que mis ojeras y mi ánimo no iban a ser el mejor hoy.

Además de tener a ese insecto revoloteando alrededor de mí, tener ese maldito fantasma producto de mi imaginación. Me volteé a ver dónde estaba, pero había desaparecido.

No pude evitar sonreír entusiasmada, no estaba loca del todo.

—¿Haley?

Volví la vista a Simon, que me miraba detrás de mí, en busca de algún indicio de lo que estaba buscando.

—¿Qué pasa? —dije simulando estar extrañada.

Este me miró fijo a los ojos. En ese momento pensé que había descubierto lo que pasaba. Al igual que mamá esta mañana. Pero era aún peor, ya que Simon siempre notaba lo que ocultaba. Siempre. Y por primera vez en mi santa vida, justo vi a Daniel caminando a lo lejos por los pasillos. Así que me escabullí de Simon para desaparecer de ahí.

—¡Espera! —escuché decir tras de mí, pero ya era tarde. Estaba muy lejos para darme la vuelta, haciendo una perfecta huida sin que Simon lo notara.

Con las manos en la caja fui caminando hasta la sala del periódico escolar, ya que Daniel seguramente había llegado. Entré y al no escuchar sonido alguno supuse que no había llegado casi nadie, ya que siempre estaba todo lleno y era un caos completo donde papeles, bolígrafos y fotos volaban en todas direcciones.

Pero como era temprano aun, me dispuse a ir al escritorio de Daniel, donde este estaba dándome la espalda imprimiendo algunos papeles. Dejé la caja encima discretamente, para no molestarlo dándome la vuelta y me dispuse a salir.

—Haley, ¿son todas? —dijo este cuando estaba ya saliendo por la puerta, a lo que volví a su escritorio encontrándome a Daniel con la caja abierta tomando las pocas cartas que había seleccionado—. ¿Dónde están los cientos de cartas?

Mi Ángel Guardián I : La verdad dueleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora