CAPITULO 33: Resaca

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(Tyler )

Mark seguía llorando desconsoladamente en el suelo mientras James le insistía en que le dijera qué diablos le sucedía. Yo, por mi parte, estaba intentando volver al mundo real, puesto que no salía de mi cabeza la frase que autenticaba mi teoría. «Debería haber sido yo». No tenía la menor idea de qué pensar, qué hacer. Solo me resté a quedarme ahí parado, observando.

—¡¿Mark, qué mierda sucede?!

—Déjame solo —le espetó este mientras se limpiaba los ojos con la camisa—. ¡FUERA! —gritó bastante fuerte, lo que hizo retroceder a James.

Pero eso no bastó para que este desapareciera, puesto que James era testarudo en todo el sentido de la palabra.

—Ni loco, no me voy hasta que me cuentes qué pasa —se cruzó de brazos mirándolo retadoramente.

Mark ni se bastó a abrir la boca. Intentó enderezarse torpemente mientras seguían cayéndole unas cuantas lágrimas por las mejillas.

—Déjalo, James, no es asunto tuyo —caminó hacia la salida de la habitación sin siquiera darse la vuelta.

Pensé que James lo seguiría y le exigiría saber qué diablos sucedía, pero no lo hizo, sino que se quedó mirándolo ahí parado, sin moverse. «Debe de estar igual que yo», pensé, puesto que nuestras posiciones eran las mismas. Quizás James se había dado cuenta de que Mark estaba involucrado con mi muerte.

Pero no podía ser, ya que este ni sospechaba que Aaron Grey tuviera algo que ver con mi muerte. En eso, noté cómo al fin reaccionó corriendo en busca de Mark. Y sin pensarlo dos veces lo seguí por detrás traspasando paredes, por lo que llegué antes a la salida de la casa de Steve.

Mark estaba a unos cuantos metros de la salida, pero con la vista fija en la sala donde se estaba desarrollando el clímax de la fiesta. Me puse junto a él para saber qué miraba con tanto dolor: April Granger. Esta estaba bailando animadamente con unos cuantos chicos, divirtiéndose en tal grado que terminó colocándose encima de los hombros de uno gritando como una loca.

En eso, Mark seguía con la vista fija en ella. Observándolo noté que sus labios se curvaron hacia una sonrisa, una sonrisa que se notaba que era más bien de nostalgia. De repente la llegada de James, que venía por las escaleras, llamó su atención, y así, apresurado, retomó su camino a la salida.

—¡Mark! —gritaba una y otra vez James llamando la atención de toda la fiesta, en la que se llegó a pausar la música por el alboroto—. ¡Carajo, Mark, háblame!

Fui hacia afuera para ver qué sucedía entre mis dos hermanos. Mark ya estaba acercándose a la motocicleta y James ya le estaba alcanzando.

—¿Qué haces con la motocicleta de Tyler? —soltó James caminando por detrás de él, soltando un bufido.

—La manejo —ironizó.

—Sabes a qué me refiero, Mark. Repito: ¿qué mierda haces con su motocicleta?

—¿Qué te importa? Tú mismo lo dices, Tyler está muerto. ¿Qué tiene de malo usarla?

—No me refiero a eso, tú no andas en motocicletas. Lo regañabas todo el tiempo por usarla. ¿Qué haces ahora conduciéndola? ¿Qué carajo está sucediendo contigo, Mark?

¡Touché! Por fin hacía esa clase de preguntas que quería. Miré a los alrededores mientras Mark y James se miraban fijamente el uno al otro. Entonces caí en la cuenta de que la mayor parte de la fiesta estaba afuera observando la escena. Uno de ellos por fin reaccionó, pero no del modo que quería que lo hiciera. Mark le dio la espalda a James para montarse en la motocicleta, pero James fue rápido y lo tomó de la cazadora para encararlo.

Mi Ángel Guardián I : La verdad dueleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora