Capítulo 21

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Habían pasado días desde la noche de la operación

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Habían pasado días desde la noche de la operación. Ilyana había sido desterrada al reino vecino, cuyo nombre desconocía, y desde entonces Dasyra se encontraba más callada que nunca. No obstante, noté el esfuerzo que ponía por lucir bien y alegre, aunque en su interior guardase una profunda tristeza.

Yo respeté sus silencios y me prometí el no sacar el tema delante de ella.

—¿Cuándo comenzaré con el entrenamiento de mis piernas?

—Pronto, estos días han sido para recuperarte de la operación.

Lo cierto es que aquellos días solo había estado comiendo muy variado, en grandes cantidades y durmiendo. Me sentía como un recién nacido.

Tenía más fuerza que nunca y lo único que deseaba es que llegara el día en el que el entrenamiento comenzara.

Y ese día llegó.

Helia se presentó en mi alcoba la mañana siguiente. Dasyra me había avisado y me había ayudado a vestirme para estar lista en su llegada. La mestiza volvía a tener su aspecto de siempre, su pelo azabache y su estatura más baja que la nuestra.

—Buenos días, princesita.

—No sabía que conoces lo que son los modales, mestiza.

Cuando le rebatí con mi fuerza tan característica, Helia me dedicó una sonrisa de oreja a oreja que me contagió.

—Mala hierba nunca muere.

—¡Helia!¡Se más sensible, la señora estuvo en un estado crítico!

Entonces ambas se giraron a la vez cuando escucharon que me estaba riendo.

Hacía tiempo que no me reía de manera natural. De esas pequeñas carcajadas que alivian la presión del pecho y el nudo de la garganta.

Helia miró de reojo a Dasyra sonriendo, orgullosa de que su broma me hubiera hecho gracia y Dasyra le respondió suspirando, pero dedicándonos una sonrisa genuina.

Mi cuidadora me cogió en brazos y me sentó en la silla movible. Después de eso ambas se dirigieron hacia los pasillos de palacio. Cruzamos aquellas galerías que recorrí con Dasyra la primera vez que fuimos a contemplar el ensayo de danza de las ocho lunas. Terminamos en la misma sala de aquel día.

Me percaté que Dominik, el marcado, se encontraba preparando la sala y entonces Dasyra le dedicó una mirada de confusión a Helia.

—Le he ordenado que me ayude, no me apetecía cargar cosas pesadas.

Dasyra suspiró pero no discutió ni juzgó la decisión de Helia.

—Bien, mi señora, le explico que vamos a hacer —comenzó a explicarme Dasyra mientras se acuclillaba para ponerse a mi altura—. He notado que no tiene sus brazos nada entrenados, así que la primera idea que tuvo Helia para empezar me pareció demasiado precipitada. Así que ella os ayudaran y en caso de que Helia no pueda con vos, tenéis a Dominik para ayudaros.

Poder y justicia. Libro 1Where stories live. Discover now