Capítulo 9

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Contemplé la espléndida bañera, protagonista de toda la sala

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Contemplé la espléndida bañera, protagonista de toda la sala. Imaginé a mi hermana enfrente de mí y mis manos frotando su espalda y mojando su cabello. Pensé en cómo se sentiría de incómoda al ser acicalada por una mujer completamente extraña.

Miré a los ojos a Alice y detallé su hermoso y joven rostro. Pudo darse cuenta que le analizaba y apartó su pelo rizado de su rostro para que pudiera verla mejor. Me acerqué, me quité el guante y puse una mano en su mentón para levantárselo con cuidado y observarla más en detalle. Pude notar que no se estaba tensando. No se estaba sintiendo pequeña ante mi mirada y mantenía sus ojos clavados en mí.

Era peligrosa. No dulce y gentil como quería mostrarse.

Aparté mi mano y le di la espalda.

—Prepara el agua y déjame sola.

—Pero mi señora, mi deber es ayudarle.

Me giré y le miré. No se lo esperó y pude observar por un segundo como su mirada depredadora pasaba a una de cervatillo.

Entonces sonreí.

—Estoy exhausta, tanto de cuerpo como de mente. Necesito estar sola para sentirme cómoda. Ve preparando el agua y después el vestuario para esta noche.

—Mis disculpas, mi señora. —Hizo una reverencia y comenzó a calentar el agua.

Me senté en uno de los sillones que había en el baño. Me imaginé que estaban pensados en parte para que los hombres pudieran observar a sus mujeres despojarse de sus ropas y lavar sus pieles en el dulce agua.

—¿Lord Iabal está casado o prometido? —pregunté mientras la mujer trabajaba.

—Ninguna. Al parecer, Iabal ya ha rechazado bastantes propuestas. No le he visto nunca interesado en ninguna mujer.

Me sorprendió que no usase el "lord" o "señor" al referirse a él, teniendo un lenguaje tan pulcro y pensado. También analicé la presentación que les había dado el lord en nuestra llegada. Las nombró sin ningún tipo de "señorita" o ni siquiera mencionar sus apellidos.

Eso me hacía pensar que eran más cercanos de lo que querían mostrar en público. Incluso llegando a mentir con datos tan simples para evitar pensamientos equivocados.

—Será un sodomita entonces. —La mujer se sorprendió por semejante comentario, pero intentó tomárselo con humor. Sonriendo.

—Digamos que nunca se ha interesado en lo que guarda la mente y corazón de ninguna mujer, solo lo que hay bajo sus faldas.

Entonces reí.

—Eso va implícito en él solo por ser hombre, querida. Ninguno se preocupa por lo que pensamos o sentimos, solo somos fichas que mover sobre un tablero.

—Aquí es diferente, no es como en Kälte, mi señora.

—Holz no está suficientemente adelantado en ese aspecto —dije de pronto—. Si así lo fuera no existirían casamientos arreglados, por hombres claramente, y además habría mujeres entre sus mandatarios. Ya solo con no existir el voto femenino demuestran que les importa una mierda lo que pensamos. —La mujer quedó callada ante ello y me miró—. Perdón, me he dejado llevar por el romanticismo de mis ideologías políticas.

Poder y justicia. Libro 1Where stories live. Discover now