Capítulo 7

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Notaba como su mirada parda atravesaba el cristal del carruaje repetidas veces  solo para buscar mi rostro neutro y mi mirada perdida en el paisaje

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Notaba como su mirada parda atravesaba el cristal del carruaje repetidas veces solo para buscar mi rostro neutro y mi mirada perdida en el paisaje. Era tal la perseverancia de Lord Iabal que incluso Melania llegó a notarla.

Gracias a los reinos, padre había decidido continuar el viaje a caballo. Melania y yo nos encontramos en intimidad en el carruaje.

—Se nota a leguas su deseo de iniciar una conversación nueva contigo, Lucrecia —comentó Melania. Parecía mostrar entusiasmo.

—Y yo no le daré el gusto.

—Sé que no fue plato de buen gusto la última conversación que tuvisteis. Pero reconoce que es un hombre atractivo.

—¿De qué sirve que tenga un rostro bonito si no tiene el intelecto suficiente como para seguir el ritmo de mis conversaciones? Me interesan los hombres de mente libre y virtuosa, no guerreros que siguen las posaderas de su amo como perros falderos.

Resoplé. Melania tenía en parte razón. Era un hombre joven y bello. Y, además, con buen renombre. Esto último era lo que realmente me interesaba. A través de él podría conseguir el interés de Lord Declan y llegar a oídos de más pretendientes.

Lord Iabal era un buen objetivo para empezar.

—¿Comenzaste a escribir lo que te mandé?

Quise cambiar de tema. Darle más vueltas no haría más que confundir mis pensamientos y sentimientos. Confiaba en mi palabra improvisada.

Melania asintió.

—La verdad es que he dedicado más tiempo en empezar a reescribir todo lo que padre quemó. —Aquellas últimas palabras sonaron devastadoras. Mientras sus labios las pronunciaron, Melania estrechó su colgante de cenizas con la mano.

—En cuanto tengas lo que te mandé, dámelo. No deseo posar sobre tus hombros más presión, pero cuanto antes lo hagas mejor. Sino esos recuerdos que posees poco a poco se irán nublando.

Melania asintió.

—Pero Lucrecia, ¿por qué ese afán de saber lo que ocurrió? Tengo la sensación de que va más allá de la preocupación.

Estaba en lo cierto. No obstante, no quería asustar a mi hermana con un pequeño presentimiento que tenía. La idea de que había algo muy importante que padre nos estaba ocultando.

Atravesé con mi mirada el cristal y le contemplé. Lánguido como de costumbre. Guillermo nos observaba y cuando nuestros ojos se encontraron desvió su mirar.

—Tómatelo cómo un mero ejercicio. —Le miré directamente a los ojos. Posé una de mis pálidas manos sobre las suyas, que tenía entrelazadas sobre sus piernas, y dije con un tono más tranquilo—: Cuando te pregunté por lo sucedido parecías realmente asustada. Además, desde que llegaste de tal pavoroso viaje no has dormido ni dos horas seguidas. No quiero que esto se quede en tu mente por siempre en forma de trauma; quiero que lo liberes, ¿sí?

Poder y justicia. Libro 1Where stories live. Discover now