Capítulo 11

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Mientras partíamos, desde los pasillos vestidos por alfombras color cobalto pude observar cómo dos nuevas doncellas llevaban nuestras pertenencias a una nueva habitación en el ala este, justo al lado de la de nuestro padre

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Mientras partíamos, desde los pasillos vestidos por alfombras color cobalto pude observar cómo dos nuevas doncellas llevaban nuestras pertenencias a una nueva habitación en el ala este, justo al lado de la de nuestro padre.

Lord Declan no había tardado ni una mañana en cumplir mis deseos y así sosegar las grandes preocupaciones que le comenté la noche anterior.

Cuando llegué a la sala central me paré para observar mi alrededor. Por encima de nuestras cabezas estaba la enorme cúpula que conformaba el edificio con todos sus pisos superiores y a nuestra altura cuatro largos pasillos que seguían los puntos cardinales y cuyas alfombras eran de los cuatro mismos colores que los uniformes de la guardia de La Rosa de los Vientos: el norte de cian oscuro, el sur de vino tinto, el este de amarillo ocre y el oeste de verde oliva.

Antes de deslizarme hasta la salida, volví a contemplar el pasillo del ala norte, donde se encontraban nuestras antiguas alcobas. Pude discernir a Alice —o a Ecila— desde mi posición, entre criadas atareadas. Estaba lejos, pero podía sentir la presión de su mirada felina y depredadora sobre mi frente. Sedienta de la sangre que corría por mis venas. Como deseando disparar una flecha invisible que me atravesara el cráneo.

—Lucrecia.

Melania abrazó suavemente mi brazo izquierdo, nerviosa, y me señaló con la barbilla la salida al final de un largo corredor hacia el sur, donde lord Iabal nos esperaba sobre la alfombra vino tinto.

Nos observó y entonces noté un brillo de sorpresa detrás de la máscara de falsedad que portaba. Sorpresa por vernos juntas. Casi con un atisbo de decepción.

Miré a Melania de nuevo. Lucía un vestido de verano de corte típico kältiano de color ceniza. Aunque sin sus capas superiores típicas, ya que era sorprendente el calor que hacía.

Luego me quede anclada en ese pensamiento. ¿Por qué hacía tanto calor el Holz si se suponía que solo estaba más al oeste de Kälte? Me guardé la pregunta para cuestionársela más tarde a lord Declan.

—Actúa con naturalidad. Sígueme el juego y si te notas muy nerviosa déjame a mi la palabrería —la susurré al oído, mirando atrevidamente a lord Iabal y le dediqué una de mis mejores sonrisas—. Tiene que creer que estoy loca por él, Melania. Que soy una adolescente en parte inocente que solo tiene como objetivo casarse con un alto lord de esta corte, o cómo bien lo llamen aquí.

Melania asintió y sonrió de manera algo forzada. Iabal no nos quitaba el ojo de encima y entonces cuando se dio cuenta que le miraba, me devolvió una sonrisa falsa y nos saludó.

Entendí que se había dado cuenta de la preparación de un carruaje. Por eso nos esperaba en la entrada. Lo que no supe fue como adivinó que era para nosotras y no para alguno de los invitados que llegó ayer por la noche. Tal vez Alice le informó que estaba con mi hermana en su alcoba y empezaron a observar nuestros movimientos más detenidamente.

Poder y justicia. Libro 1Onde as histórias ganham vida. Descobre agora