Capítulo 23

74 12 11
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


—¿Alguna vez has mirado dentro de mi mente?

Ya había pasado una semana desde que Helia y yo habíamos unido fuerzas.

Desde nuestro encuentro en el porche, no habíamos entablado demasiadas conversaciones, ya que siempre estábamos acompañadas por Dasyra o por el marcado. Aquel día de entrenamiento estábamos totalmente a solas.

Mi mirada se deslizó por nuestras manos, que estaban estrechadas para evitar que me cayera. Después nuestras miradas se encontraron y me hundí en el gris de sus ojos.

Sonreí de lado y volví a sentarme en la silla para descansar de la fatiga.

—No leo mentes, mestiza. Solo es una intuición que siempre he tenido —contesté con desgana.

—Yo creo que sabes leer mentes.

—¿Por qué te noto tan segura de ello?

—Porque yo puedo hacerlo. Y cuando me describiste como funciona en ti, comprendí que no mentías. Porque así es como se siente.

Aquello me tomó por sorpresa.

—¿Eres capaz de leer mentes?

En ese momento volvió a tirar de mí para ponerme de pie. Cogí impulso y sostuve mi peso. Intenté disfrutar de aquellos segundos de verticalidad. Ella alzó la cabeza para poder seguir mirándome.

—Soy medio fae lunar. Los de mi raza tienen la habilidad de meterse en las mentes de los demás. En diferentes fases de la luna nuestro poder es más fuerte, incluso podemos controlar a las mentes más débiles, distorsionar recuerdos o crear ilusiones. Los fae lunares más fuertes pueden incluso borrar recuerdos.

—Entonces tendría que ser yo la que te pregunte si has mirado dentro de mi mente, mestiza.

Sonrió de lado y se acercó un poco más a mí. Yo mantuve mi posición, manteniendo mi expresión neutral y despreocupada, aunque me hubiese dado un vuelco al corazón.

—¿Acaso tienes miedo de que sepa que hay dentro de tu cabeza?

—En realidad no. Si hubieras entrado no hubieras salido ilesa, mestiza.

Helia sonrió de lado.

—Por eso ni se me ha ocurrido mirar dentro, ni siquiera cuando me enteré de tu verdadera identidad. Debes estar podrida por dentro.

Le dediqué una sonrisa fanfarrona y volví a sentarme. Le miré desde mi posición.

Nos quedamos en silencio mientras descansaba.

—No he visto nada a través de tu mirada. Ya te dije que a veces no puedo usar mi intuición con todo el mundo —respondí finalmente a su pregunta.

—¿Y entonces que viste en mí para... ya sabes?

—Ah, simplemente analicé tu manera de hablar y de comportarte. Después, te comparé con el resto de Oreádes. Concluí que tienes unos valores grises y que no eres fiel a nadie. Bueno, corrijo, eres fiel a tu rata.

Poder y justicia. Libro 1Where stories live. Discover now