𝟷𝟿. 𝙷𝚊𝚖𝚋𝚛𝚎

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Patsy Simons se limaba las uñas entre bostezo y bostezo. Sus ojos pasaban de vez en cuando del amplio corredor vacío, hacia los monitores de seguridad en los que podían apreciarse un par de celdas.

Esbozó una sonrisa al ver pasar en la pantalla la figura de la guardiana Nicole Smith que, con macana en mano, se disponía a revisar que las prisioneras continuaran dormidas. Era una mujer algo pasada de kilos debido a sus tres embarazos, pero su figura atraía tanto a Patsy quien no dejaba de admirarla mientras esta atravesaba el semioscuro corredor. Pasó la lengua por sus labios al tiempo que se acercaba un poco más a la pantalla.


Sin embargo, un movimiento en el monitor contiguo a ese atrajo toda su atención. Se trataba de la cámara que vigilaba la entrada de la comisaría. Frunció el ceño y se deslizó en la silla hacia la parte opuesta del cubículo para presionar el botón rojo que le dio acceso al hombre que acababa de llegar. ¿Qué diablos hace él aquí tan tarde? Se preguntó, abriendo la pequeña puerta de vidrio por la que podría escucharlo y ser escuchada.

—Detective Hagler. ¿Qué lo trae aquí a estas horas? —preguntó a modo de saludo. Brent se acomodó la gabardina caqui, apretando una bolsa de papel bajo su axila.

—Necesito hablar con la señora Saemann.

—¿Tiene un permiso?

—¡Vamos, Patsy! No me jodas, ¿de acuerdo? Necesito hacerle unas preguntas y he tenido un día asqueroso.

Patsy resopló con fastidio, dando la vuelta a la silla para pulsar un par de números en el teclado que tenía a su derecha.

—Y me lo dices a mí, estos días he tenido que hacer turnos dobles, ya te imaginarás lo destrozado que tengo el trasero... No tardes demasiado, ¿de acuerdo? No quiero tener problemas.

—¿Cuándo te he metido en problemas? —inquirió este, sonriendo a la mujer mientras atravesaba la puerta de cristal forzado que en esos momentos se abría ante él.

—Qué bueno que lo mencionas, Brent, pues la última vez que te ayudé tuve problemas con el comisionado Slade. Desde que tomó el cargo se le ha metido la idea de seguir el manual al pie de la letra, como si sus trucos para conseguir el puesto no fueran bastante bien conocidos... Pero no necesito otra sanción.

—Cierto, pero siempre sé agradecer y compensar tus molestias —afirmó, extendiéndole un par de billetes.

Patsy sonrió por lo bajo y tomó el dinero, complacida con la generosidad del detective. Entonces abrió la segunda puerta, franqueándole la entrada a Hagler hacia el corredor.

Una vez que el detective estuvo adentro, la mujer volvió a tomar asiento, cogiendo la radio del escritorio.

—¿Sí, Nikky? Brent va para allá, quiere hablar con la loca caníbal —dijo, ampliando su sonrisa—. Descuida, esta noche yo invito el café. Ok, chau.

Brent atravesó la última puerta hacia las celdas. Frente a él, una seria Nicole lo saludó, mientras jugueteaba con la macana entre sus manos.

—Está en la última, ¿quiere que la lleve al cuarto de interrogatorios?

—¿Y obtener otro de estos? —espetó él, al tiempo que señalaba en su frente el golpe que aún no se desvanecía del todo—. No, gracias. Solo quiero hacerle un par de preguntas, no es algo muy serio.

Nicole se subió los pantalones que se le bajaban debido al cinturón lleno de chucherías entre las que Hagler podía reconocer un par de esposas, gas pimienta y un arma.

—Vale, yo estaré por aquí si es que me necesita.


El detective asintió y siguió con su camino entre las celdas. La mayoría de las detenidas se encontraban dormidas. De pronto había alguna vagando por los oscuros y diminutos rincones de la celda, otra más leyendo u orinando. Hagler ni siquiera se había tomado la molestia de pedir disculpas, era algo tan habitual.

Holly - Diario de una mujer caníbal [Completa]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora