Capitulo 1 - La Exclusiva

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                                                      La Exclusiva

New York – Oficinas de la Revista Digital Contexto 

            Entré rápidamente al ascensor del edificio despidiéndome del guardia de seguridad con un gesto rápido antes de cerrarse las puertas del mismo; marqué el piso nº 6 y me dispuse a recogerme el cabello en una cola de lado; el calor era insoportable allí o lo había sido el correr dos cuadras por haber salido tarde o perder el metro de camino aquí; los dos últimos pisos los vi eternos, tamborileando impaciente el piso con el pie derecho para llegar pronto; de seguro me reclamarían al llegar que había llegado tarde.


― Llega tarde señorita Miller ―dijo Nina con las manos en su cintura al verme salir a toda prisa del ascensor imitando a nuestro jefe y luego sonrió. 

― Ya Nina, deja eso que se me hizo tarde ―respondí saludándola rápidamente y me dispuse a caminar hasta mi cubículo.

Ese piso estaba lleno de 200 de ellos, todos con un pequeño escritorio, una PC, un archivador y algunos adornos o equipos que sus residentes necesitaran; el mío no era muy diferente a los demás. Metí mi bolso en una de los gabinetes del archivador y me dejé caer en la silla.

― Cuéntame, ¿Joe no ha dicho nada de mi tardanza? ―pregunté a Nina que, además de ser mí amiga era mi vecina de cubículo. 

― No querida ―ella puso sus antebrazos para apoyarse de la media pared que dividía su espacio del mío― Ha estado en reunión con un grupo de hombres altos y sexys―sonrió de nuevo― Entraron a su oficina hace una hora. 

― Tú a todos los hombres como que los ves sexy ―comencé a organizar mis papeles y a encender mi laptop que había traído― No quiero equivocarme en mis pasantías, espero quedar aquí trabajando. 

― Relájate Gabriela, tú eres una gran reportera, de seguro quedas. Además, si no quedas, yo te puedo conseguir unos contactos. 

Nina veía siempre todo fácil, siempre con muchos amigos y en la última moda de las tecnologías y de la ropa; su cabello rojo lo decía todo, por mi parte yo solo pensaba en mis estudios de periodismo y en mi PC, nada más.

― Espero que tengas razón, no creo que mi residencia se pague sola. 

―  Tu lo que necesitas es un chico guapo con un buen trasero que te enamore y te quite ese estrés que cargas. Ya verás, este fin de semana te llevaré a un club -comentó arreglando su cabello con una mano.

―  Si tú lo dices ―pronuncié sin muchos ánimos, la idea de perder mis horas de sueño por ir a un centro nocturno no era mi mejor plan ahora.

― ¡Oh mira! ―exclamó al ver que la puerta de la oficina de Joe se abría, ambas alzamos las cabezas para ver hacia allá― Ya salieron de la reunión, ha de haber estado muy buena ¿no crees? 

Alcé mi cuello para ver hacia donde Nina me indicaba, unos 10 hombres vestidos de traje y maletín salían de allí, Joe tras ellos los acompañó hasta el ascensor con una sonrisa. Eso era raro, me encogí de hombros, en eso el volteo y vociferó por toda la sala:  
― ¡Black y Miller a mi oficina ahora!

―  ¿Y ahora qué pasó? ―mordí mi lapicero uniéndome a Gabriela hacia la puerta de su oficina.

― Quizás se dio cuenta que lo espiábamos con su grupo de enterradores ―respondí  en tono serio.

― ¿Tú dices? ―rió― Pues yo quiero algo con “Esos” enterradores ―volví a reír ahora más divertida de su propio chiste.  

Negué y entramos, un gran despacho frente a nosotras se abrió paso con un estante para libros de un lado,  un pequeño recibo en el medio y al frente un gran escritorio con varias pantallas, de fondo una gran pared de vidrio que nos recordaba que fuera de esas paredes existía un mundo real. Noción que se perdía cuando entrabas a trabajar.

― Buenos días señor Lewis ―Nina repitió mi frase tras de mí.

― Buenos días señoritas; tomen asiento por favor ―el hombre indicó dos sillas frente a su escritorio.

Ambas  nos sentamos, pude detallar su rostro al acercarme, se veía que era un hombre de unos 40 y tantos años de edad, cabello canoso corto sin bigote; aunque delgado y de buen porte, parecido al de los abogados, pero de carácter fuerte y quisquilloso, aguardamos en silencio unos segundos esperando a que nos hablara. 

El terminó de arreglar unos papeles y se quitó los lentes de lectura para mirarlas

En PiezasWhere stories live. Discover now